Ciencia vs. Política

Teresa Chara de los Rios

Siempre se ha dicho que la ciencia no debe involucrarse con la política y en todo caso, el único punto de convergencia entre las dos, debería ser la de concertar la asignación de presupuesto que garantice el avance de la ciencia y el financiamiento público de nuevos proyectos de investigación orientados a mejorar la calidad de vida de las personas.

La empresa Sinopharm atendió el pedido de la Universidad Cayetano Heredia, en el marco de los ensayos clínicos (fase 3), enviando un lote adicional de 3200 dosis de vacunas al equipo de investigadores de esa universidad, pedido que contó con la aprobación del Instituto Nacional de Salud y opinión favorable de la Dirección General de Medicamentos Insumos y Drogas (Digemid).

La empresa entregó estas vacunas experimentales activas, no placebos, para que fueran administradas por el equipo de profesionales integrantes de la investigación y para otros profesionales involucrados en el estudio, con el objetivo de ser inmunizados.

La Universidad Cayetano Heredia se quedó con 1800 dosis, entregó 200 dosis a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, que está como Centro de Investigación dependiente de la UPCH y una tercera entrega de 1200 dosis a la Embajada China, sumando así las 3200 dosis.

En este contexto tenemos la presencia de la ex Ministra de Salud que reiteradamente indicaba que no se podía dar detalles de las vacunas porque había cláusulas de confidencialidad. Con ello comprobamos una vez más, que cuando las cosas no se transparentan dejan dudas para más tarde develar realidades no deseadas.

En las negociaciones para la adquisición de las vacunas, intervienen autoridades políticas y científicos. Esta combinación no siempre es positiva, porque en casos de crisis como la que se ha presentado, quien siempre pierde será la parte científica, en este caso, dos de las prestigiosas universidades de nuestro país.

Pero los científicos no pueden actuar tan independientemente como quisieran, sino muchas veces se ven sometidos por las autoridades políticas y funcionarios de confianza que tienen poder de decisión, porque de ellos depende que aumenten o disminuyan el presupuesto para la ciencia y tecnología o les den cargos de confianza.

Entonces qué tan independiente y liberadora es la actividad científica en nuestro país?  Aunque no nos guste reconocer, dependerá de la decisión política de los gobernantes.

Políticos y científicos son personas que tienen sus propias culturas, creencias, ideologías, religión o no, diferentes enfoques sobre la vida y el universo, con la posibilidad que sus intereses colisionen. Un caso concreto es el de Ana Estrada quien solicita desde hace ya varios años la muerte asistida o suicidio voluntario por una muerte digna y aún no ha sido resuelto.

Es precisamente cuando en algún tema no coinciden que se genera conflictos de intereses. En este punto, la ciencia siempre perderá porque la parte política sin mayores argumentos limitará o reducirá el presupuesto asignado para la ciencia o quizás emitiendo disposiciones legales para ejercer presión y de eso, muy bien lo saben los científicos.

La distribución poco transparente de las vacunas adicionales ha contribuido al desprestigio del equipo de científicos y de las dos universidades, en tanto se aclare la situación, la ciencia salió perjudicada, en un contexto de quienes tenían el control de las vacunas, políticos y científicos, se sintieron semi Dios para decidir a quienes le dan el privilegio de salvar su vida y a quienes no, transgrediendo esa delgada línea entre lo que ético y no lo es.

Vendrán denuncias, renuncias, despidos, aprovechamiento político de la situación. Le corresponde a las universidades recuperar con hechos concretos el prestigio que han perdido, pero sobre todo pedir perdón al país y a todas las personas que estuvieron en primera línea y devolverle la confianza a la ciencia, que nunca debió perder su noble misión a favor de la humanidad.

     
 

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