El comportamiento social que el virus prefiere

Cinco lecciones que nos dejó la primera ola de la pandemia

Un equipo de psicólogos sociales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos1 viene estudiando el comportamiento de más de 200 pacientes que han pasado por el contagio con el nuevo coronavirus. El estudio tiene como objetivo conocer las teorías implícitas (conductas, emociones y pensamientos) de los pacientes sobre la covid-19 Los resultados que son analizados por los expertos muestran algunas lecciones de la primera ola de esta pandemia:

1. El virus no está solo en la calle. Son los propios hogares los lugares de alto nivel de contagio. El estudio muestra que 4 de cada 10 personas infectadas por el virus se contagiaron en sus propias casas. Contrario a la información que afirma, que es la calle, el transporte público y los centros comerciales los principales lugares de contagio. Esto cuestiona en cierta forma el confinamiento como única política de prevención. Para que la cuarentena sea efectiva, no basta con quedarse en casa, se requiere incorporar un protocolo de comportamiento en el hogar, como por ejemplo mantener la casa ventilada, identificar las zonas de más alta exposición y extremar los cuidados donde hay mayor y más tiempo de interacción familiar (cocina, comedor).

2. El virus no lo trae el extraño. El que contagia es un miembro de la propia familia. Cinco de cada 10 personas contagiadas, según el estudio, muestra que el vector del contagio fue un miembro de la familia. El común de la gente piensa que son los extraños los que contagian, para la mitad de los contagiados del estudio, el virus fue transmitida por los suyos. La población percibe dos esferas; los suyos (familiares y personas cercanas a las familias) y los extraños (conocidos, vecinos y la gente). Según ellos, la capacidad de contagio de estos dos grupos es diferente. Esto hace que flexibilicen sus conductas de cuidado frente a los suyos. Recomendamos extremar medidas de prevención frente a los suyos como, en las expresiones físicas de afecto (saludos, caricias) con miembros que salen o llegan a la casa, mantener las medidas de protección en el contacto con los suyos y evitar las visitas y reuniones familiares.

Para que la cuarentena sea efectiva, no basta con quedarse en casa, se requiere incorporar un protocolo de comportamiento en el hogar, como por ejemplo mantener la casa ventilada, identificar las zonas de más alta exposición y extremar los cuidados donde hay mayor y más tiempo de interacción familiar (cocina, comedor)

3. El virus no se transmite por hacer acciones diferentes a lo cotidiano. El estudio muestra que 6 de cada 10 personas se contagiaron realizando actividades cotidianas. Contrario a lo que cree la gente, que el contagio solo sucede realizando actividades inusuales o poco frecuentes como ir al banco, reencuentros con amistades lejanas o asistir a reuniones no planificadas. Las personas recurren a estas explicaciones como una manera de atribuir la culpa a lo diferente. Recomendamos mantener también los protocolos de cuidados al realizar actividades cotidianas como las tareas de la casa, en el trabajo y en las compras de productos básicos.

4. El virus no discrimina a los vulnerables. Cinco de cada 10 personas del estudio creían que no se contagiarían porque eran fuertes o saludables, contrariamente, los datos muestran que el cien por ciento se contagió aun cuando no eran vulnerables. Las personas explican que su contagio se debió a factores no controlables, entre ellos, su constitución física, el entorno donde viven, o su condición social. Esta es una manera de atribuir la causalidad del contagio a factores que escapan de su responsabilidad. Recomendamos cumplir con los protocolos aun cuando no se perciben como vulnerable; como ser joven, fuerte, o no tener antecedentes de enfermedades.

5. El virus no tiene de aliado a los irresponsables. Ocho de cada 10 personas afirman que los que transmiten el virus son los irresponsables. Esta explicación demuestra una actitud generalizada de atribuir culpabilidad a los portadores del virus. Los contagiados se sienten rechazados, estigmatizados y discriminados y por ello no comunican sobre su contagio, lo ocultan, y con ello la cadena de contagio se amplifica. Recomendamos no asociar el contagio a actitudes de rechazo moral como la irresponsabilidad, no juzgar al portador del virus; mas bien entender que es una enfermedad contagiosa que se tiene que identificar a tiempo y rastrear a las personas con quien se tuvo contactos con el fin de parar la cadena de contagio. Esto solo es posible con la ayuda activa de todos.

1 El equipo liderado por el Dr. José Ventura está conformado por los psicólogos Nélida Baca, Fernando Cerón y la colaboración de Karen Romero. El estudio forma parte de una línea de investigación sobre las teorías implícitas de la población y su contribución a las políticas públicas.

     
 

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