Dieciocho departamentos con “no más pobres en un país rico”

Edgardo Espinoza A.

Los ánimos de 18 departamentos (mal llamados regiones) están exacerbados, enardecidos, encolerizados, embravecidos. Eso es lo que nos ha dado a conocer las elecciones de la primera vuelta del 11 de abril por las «falsas promesas» que se han desvanecido, por la esperanza transformada en desesperanza y caos.

Después de haber vivido una dictadura galopante y una corrupción a flor de piel durante el gobierno de Alberto Fujimori que terminó por renunciar desde Japón. Allí aparece la figura de Alejandro Toledo un cholo «sano y sagrado», como le decía Elian su esposa. Fue una manifestación social popular, la marcha de los cuatro suyos. Justamente el abanderado de esa marcha era un hombre con una vincha en la cabeza y una bandera del Tahuantinsuyo en la mano, agitando a la gente y arengando un fraude electoral. Una especie de encarnación del Inca Pachacútec.

Entusiasmó mucho a los peruanos con su hitoria de infancia, de cómo pasó de niño pastor de ovejas a lustrabotas y más tarde canillita para ganarse el pan de cada día. Luego se convirtió en el presidente de todos los peruanos al ganar las elecciones del año 2001.

Y después, con el correr del tiempo se confirma que el abanderado de la corrupción recibió el dinero sucio de Odebrecht y ahora es un procesado que no quiere venir al Perú para resolver sus cuentas con la justicia.

Según Toledo «el éxito es la capacidad de aprovechar al máximo las oportunidades que se te presentan en un momento determinado, sabiendo que ellas no regresan y que, si no las aprovechas, no llegarás a tu meta». Fue fiel a su definición del éxito que arrasó con todo.

En el 2011 llegó al poder Ollanta Humala, generando expectativas en toda Latinoamérica. Ya se veía como socio de aquellos países que dicen ser «socialistas» y así poniendo fin a la derecha. De hecho recibió felicitaciones declarándolo como un nuevo aliado de la región. Otro con la bandera en mano de no a la corrupción y los peruanos, abrumadoramente, acudieron a las urnas para ver ese cambio y en contra del retorno del fujimorismo. Solo así se entiende la victoria del Sr. Humala.

Al pasar los años se ha visto su lucha contra la corrupción: una debacle, su gestión fue descalificado por el pueblo. Prueba de ello, el 11 de abril del presente año quedó en los últimos lugares.

En estas elecciones de la primera vuelta hemos visto un divorcio entre Lima y 18 departamentos que, no quieren saber nada de la clase oligárquica.

Lo peor que hizo Keiko es poner como asesores a personajes que tuvieron la oportunidad de trabajar con presidentes anteriores y nada hicieron y esperaron que llegara el rechazo del Perú profundo y ahora, quieren ser los salvadores. Eso enardeció aún más a los compatriotas del ande.

No sabemos cómo irá esta segunda vuelta; solo Dios sabe. En el 2011, ante el discurso de Ollanta casi parecido al de Pedro Castillo contra el sistema neoliberal, la gente de poder —incluido el laureado escritor Mario Vargas— decía que no debe volver la hija del dictador por eso apoyó a Humala. Y qué paradójica la historia, pasados unos años la denostada hija del dictador es ahora apoyada por el escritor.

Lo cierto es que los 18 departamentos claman justicia social que, se traduce en lo siguiente: educación de calidad, salud, alimentación, vestido, agua, energía eléctrica, internet, carreteras, seguridad, etc. Años de espera, de promesa y no llega; y si llega el agua, llega unas gotitas solo para no morir. ¿Porqué ese olvido con estos peruanos que nos acercan a nuestras mesas los productos autóctonos en pleno siglo XXI sin apoyo de la ciencia y la tecnología?

Poco a poco se van destapando los agujeros del techo del Perú. ¿Cuál será el apoyo o qué hará Pedro Castillo por esos departamentos, si gana? o Keiko Fujimori si gana, ¿cómo aplacará el descontento de esa gente humilde?

Estas elecciones, en la primera vuelta, confirmaron el divorcio entre Lima y el resto del país. Después del  segundo debate veremos si los electores de esos departamentos se siguen ratificando.

Los escándalos políticos de estos últimos 30 años han llenando las páginas de los diarios y de todos los medios de comunicación, lo que cada vez indigna más a los ciudadanos. Pero hay que decir que estas malas prácticas llevan siglos de historia, parecen inherentes al ser humano, están en casi todas las culturas incluso en la Grecia clásica y refinada.

¡Felices fiestas democráticas!

 

     
 

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