El valor de la verdad en la política

Ps. Richard Borja
Director Instituto Peruano de Psicología Política

Aristóteles decía que la verdad es ese punto de encuentro entre la realidad y los pensamientos, ese enunciado afirmativo o negativo de los hechos que se reviste de carga moral, indistintamente de la naturaleza del hecho; incluso la ciencia moderna basa su circunstancial episteme en ella, en su búsqueda y en su ampliación a todo rango de conocimiento en el universo.

La verdad es pues ese regulador moral que se constituye en inspiración y juez para nuestras decisiones y acciones; su búsqueda es fundamental en la guerra, en la vida, en el amor y en cuanta experiencia humana se desarrolle. Lamentablemente el oficio de la política, la política peruana más exactamente elude su búsqueda y uso, valiéndose del poder adquirido y las distracciones de una sociedad ocupada en sus propios dilemas vitales y necesidades. Y vaya que esa “pura y simple verdad” a la que se alude tanto, es muy bien maquillada, travestida y presentada según los intereses políticos de turno. “El político es mentiroso”; dice doña Chavela, una frutera del mercado. Y vaya que los hechos le dan la razón.

La verdad también tiene una connotación práctica, distante de los devaneos filosóficos, y en ese pragmatismo funcional radica la confianza y la legitimidad permanente entre autoridades y ciudadanos, entre dirigentes y dirigidos. Pues, aunque los hechos materia de inquietud no sean las mejores, el buen líder o la buena autoridad debe encontrar la forma de transmitirla; sin corromperla con encubrimientos y falsedades; pues esa condición está sellada en el pacto que la democracia firma entre electores y elegidos. Es la única forma de transmitir no solo hechos; sino, compromisos, tan necesarios hoy en día.

«Gobierno que miente rompe su compromiso con la sociedad»

Lo que ha pasado en el país y en Huánuco en las últimas semanas es todo lo opuesto, hemos visto que la verdad ha sido enterrada por mezquinos intereses y que al encubrimiento de la realidad le ha seguido una peligrosa determinación de negación. “Nadie ha muerto por falta de oxígeno” han dicho; “Hay camas sobrantes en los hospitales de atención” han afirmado. Y sin embargo, centenares de familias, personal médico, periodistas y demás, han experimentado lo contrario. ¿Cuál es la verdad?, Ayn Rand decía que los hechos son hechos, independientemente de los sentimientos, deseos, esperanzas o miedos humanos. Y habría que decirle al gobernador regional, que los hechos tarde o temprano gritan, absuelven o condenan y lo que suceda en Huánuco las siguientes semanas, serán su entera responsabilidad, por negar los hechos y la realidad.

Sobre el último mensaje presidencial, solo diremos que fue otro espectáculo de pompa multicolor, promesas desatadas, evasión de la realidad y palabras elegidas cuidadosamente por sus asesores de comunicación con el fin de sacudir su imagen de la grave crisis por la que atraviesa el país, donde no solo el covid mata; sino también el hambre y el desempleo que ya afecta a miles de peruanos. Esperábamos un gesto de humildad y llana autocrítica; vana espera, pues las grandes corporaciones informativas, pusieron el acento en el mensaje pomposo de la pensión de orfandad, la inscripción al seguro universal, el nuevo bono de 760 soles y los 20 mil millones de inversión en salud. Artificios atractivos, pero sin esencia, mientras la verdad estaba tachada en un renglón de su bien hilvanado discurso, una vez más.

Y digo tachada, porque probablemente y ante la abrumadora evidencia por fin se reconocería que el numero de fallecidos por Covid, es más del triple de lo que oficialmente y hasta ahora el gobierno ha reconocido. No sería sino hasta el día siguiente al mensaje, cuando la ministra Mazetti reconocería que el numero de muertos podría ser mucho mayor. Cuarenta y tres mil fallecidos dijo, con rostro severo, apenas un día después del mensaje de la omisión y ratificando lo dicho por Farid Matuk, un ex funcionario del comando COVID días atrás. “Yo hablé con el ministro (Víctor) Zamora. Y desde abril, dábamos informes donde la cifra total de fallecimientos, en base a los datos del Sinadef, era el triple de lo que se informaba. Esos números fueron expuestos en un Consejo de Ministros, lo conoció todo el Gobierno… No tengo idea de quién no quería dar a conocer la información; si era el ministro, el presidente o un asesor de la presidencia, no lo sé” sentenciaba Matuk, quien por los rasgos de personalidad que expone, no es una persona proclive a mentir.

Gobierno que miente rompe su compromiso con la sociedad, tras el embeleso del montaje se desnuda la farsa de la realidad, solo para añadir. En boca de mentiroso, hasta lo cierto se hace dudoso, reza el refrán. No esperamos la cartesiana Mathesis universalis de nuestras autoridades, pero si la generosa nobleza de la honestidad. La misma que me dicta expresar que el mejor pacto Perú en estos momentos debe ser para cuidar la vida de los peruanos y su economía lo demás, puede esperar.

     
 

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