Lluvia de bonos
Poco después del inicio de la pandemia, el gobierno peruano anunció la difusión de subsidios beneficiarios que ayudarían a la población más golpeada en el aspecto económico. Inmediatamente se percibió el contento popular, ya que muchas familias, al quedar desempleadas por la repentina cuarentena, no pudieron satisfacer las necesidades básicas de sus hogares por semanas. Paulatinamente estos “maravillosos” bonos empezaron a aumentar en cantidad, uno tras otro, y hoy, 1 año con 7 meses después de la llegada del virus COVID-19 al Perú, nos encontramos en una situación inimaginable, en la que el estado peruano sigue entregando subsidios a la población, a pesar de que el confinamiento acabó hace más de medio año. Por supuesto, tanta bondad es sospechosa, y despierta cada vez más la suspicacia de las personas, pues a largo plazo esta medida nos trae más adeudamiento y atraso. ¿Cuál es la verdadera razón por la que el gobierno está tan interesado en invertir en subsidios, en vez de tomar medidas mucho más eficaces?
Uno de los primeros subsidios fue el “yo me quedo en casa” que apoyaba a las familias en pobreza y pobreza extrema con un monto de 760 soles. Después apareció el “bono independiente” con una premisa muy parecida a la anterior, solo que esta vez los beneficiados serían los trabajadores independientes en situación de vulnerabilidad. Luego de ese vinieron muchos más, como el “bono rural”, el “bono familiar universal”, hasta llegar al más reciente y en mi opinión completamente innecesario “bono Yanapay”. Cabe mencionar que este nuevo bono busca apoyar a la notable cifra de 13.5 millones de peruanos, según la página oficial del gobierno, con 350 soles por persona. Estamos hablando de nada más y nada menos que 4725 millones de soles exclusivamente en este bono. Pensemos por un momento en todos los proyectos que se pudieron realizar para la mejora del sector salud o educación con ese dinero, en vez de usarlo en una “solución momentánea” que ayudaría a las familias peruanas una semana o incluso menos. Por otro lado, la pésima labor del gobierno al momento de la entrega de los bonos hace que miles de familias salgan beneficiadas aún si no necesitan ayuda monetaria y no entran siquiera en la categoría de pobreza.
El accionar del gobierno nuevamente presenta muchas deficiencias y esta vez se demuestra con esta supuesta ayuda monetaria que finalmente beneficia más al propio gobierno que a la población. Es evidente que la mayoría de peruanos están satisfechos con recibir subsidios y en consecuencia, apoyan la gestión del gobierno sin pensar seriamente como estos afectan negativamente a nuestro sector económico. Según BBC News Mundo a finales de 2020, el Perú tenía un sobreendeudamiento que superaba el 30% del PBI, y actualmente nuestra situación ha empeorado con la pandemia. Se debe tomar en cuenta que a inicios de 2021 se estimaba que nuestra economía había caído un 11%, la mayor cifra en los pasados 30 años. Lo anterior mencionado sumado a la inestabilidad política que ha generado en consecuencia el alza exorbitante del dólar nos exhiben una situación alarmante en la que entregar numerosos subsidios monetarios debería ser visto como lo que verdaderamente es, una acción irracional e insensata. No podemos permitir que los grandes dinosaurios de la política sigan mintiéndonos a la cara prometiendo avances y regalando bonos descaradamente con una gran sonrisa en el rostro para su propio beneficio. Especialmente cuando estos bonos salen de los bolsillos de los ciudadanos responsables que pagan sus impuestos cada mes esperando mejoras que nunca llegan, ni llegarán de continuar así por más tiempo y los verdaderos pobres sufren en la miseria y desempleo, sin poder subsistir de manera decente.