Lograrán asentarse las fuerzas democráticas de la ciudadanía peruana?

Pier Paolo Marzo Rodríguez
Pier Paolo Marzo Rodríguez

La independencia peruana fue un proceso largo, tanto que aún hay elementos inacabados. Desde 1810 se sintieron las proclamas independentistas. En Huánuco, la rebelión de 1812 dio fugaz vida independiente, entre febrero y marzo, a distintas ciudades y pueblos en lo que hoy son las provincias de Ambo, Huamalíes,Huánuco, Panao y Yarowilca, Posteriormente, a fines de 1820 se proclamó la Independencia en el Cabildo de Huánuco, en medio de una racha de proclamaciones de ciudades de la costa Norte y del centro del entonces Virreynato del Perú. Por ende, la firma de la acta de independencia nacional el 15 de julio de 1821 en Lima, así como la posterior proclamación el 28 de julio, fueron sólo pasos de un camino iniciado meses y años atrás, y culminado años después, en la esfera política, el 9 de diciembre de 1824 con la capitulación de Ayacucho.

 

Doscientos años después, el Bicentenario se conmemora en medio de una crisis múltiple, con incertidumbres políticas que vienen del contraste entre exigencias de igualdad ciudadana de una inmensa mayoría de pueblos de nuestro país, y resistencias a dichas exigencias por parte de sectores principalmente de Lima y ciudades de la costa Norte.

Resistencias encabezadas por la candidata que perdió las elecciones y que se niega a aceptar los resultados, dando a entender que su bancada congresal continuará la política obstruccionista de los recientes 5 años, con al menos dos bancadas aliadas. Política obstruccionista que podría ser apoyada por algunos grandes empresarios influenciados por la propaganda masiva basada en el temor y desprecio al candidato ganador y a las organizaciones que lo apoyan. Y que también cuenta con algunos militares, en situación de retiro la mayoría; pero en actividad algunos, como lo evidenció la permisividad de las autoridades de la Base Naval para con el condenado Vladimiro Montesinos. Suman de su lado, a sectores corrompidos de la institucionalidad peruana, dispuestos a desconocer reglas o principios a cambio de prebendas o dinero

Doscientos años después, el Bicentenario se conmemora en medio de una crisis múltiple, con incertidumbres políticas»

Ante estas poderosas resistencias, se alza una mayoría ciudadana que probablemente se haya ampliado más allá de los 44 mil 263 votos de diferencia con los que terminó el conteo en favor del profesor, rondero chotano y dirigente sindical Pedro Castillo. Pues muchos de los y las votantes por Fuerza Popular han indicado que su apoyo en las urnas no se ha extendido hacia el desconocimiento de resultados. Esta mayoría ciudadana tiene en su favor a sectores que sí funcionan de nuestra institucionalidad, en el Gobierno, incluyendo los institutos castrenses y en los organismos autónomos. Muestras tangibles de este buen funcionamiento es el avance notable del proceso de vacunación masiva ante la covid-19, liderado por el propio presidente de la República que viene supervisando personalmente detalles en distintas regiones; así como el profesionalismo con que las Fuerzas Armadas han rechazado los llamados a una intervención militar hechos por sus excolegas y otros que prefieren una dictadura a un gobierno independiente de poderes fácticos. Incluso, en el tan denostado, con justas razones, Congreso, no ha prosperado el intento de capturar el Tribunal Constitucional en abierta violación a la Ley que norma el proceso de selección de sus magistrados.

La República nació con dolores de parto. Doscientos años después, el desarrollo de una democracia igualitaria en ciudadanía, se da entre tensiones intensas. Pero los hechos nos permiten abrigar la esperanza de que las fuerzas ciudadanas realmente democráticas, lograrán triunfar y asentarse al inicio de este tercer siglo de proclamación de la independencia política, y así continuar el camino social y económico pendiente.

 

     
 

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