Manteniendo el vínculo

Delci Fiorella Luyo Marcellini
Maestra en Salud Pública y Docencia Universitaria

Llegada la etapa de la adolescencia las tormentas hormonales y temperamentales se hacen presentes. Una etapa que dura entre 4 a 5 años. Es evidente el distanciamiento que nuestros hijos toman con nosotros. Esto hasta cierto punto es desesperante y nos causa temor el imaginar por lo que puedan pasar y no lo sabemos.

El punto clave es no cortar las vías de comunicación con ellos; pero, de manera muy natural, manteniendo siempre nuestro vínculo. Existen algunas formas de comunicación con nuestros adolescentes; de ellos, tres podemos considerar: la comunicación afectiva, la comunicación efectiva y la comunicación superficial.

Primero, la Comunicación Afectiva: de afectos, es aquella que la deciden nuestros hijos, cuando de pronto se nos acercan en un momento intempestivo o un lugar hasta inapropiado, simplemente se da cuando lo deseen. Inician a contarnos actividades y situaciones que vivieron: “Papá o mamá recuerdas ese día, y mis amigos y luego cuando fuimos a la discoteca, y después de la plaza, etc.” Nuestra actitud debe ser simplemente el de escuchar lo más tranquilos posible, sin mostrar reacciones de asombro o disgusto o darles repuestas verbales o no verbales de aprobación o desaprobación; al momento que lo hagamos, se corta la comunicación y quizá no termine de contarte lo que quería. Es claro que nuestros hijos no nos lo van a contar absolutamente todo. Eso es bastante ambicioso creerlo. Nos contarán lo que deseen y hasta donde quieran que sepamos. Peor será si interrumpimos sus palabras, perderemos la oportunidad tan valiosa de saber más sobre ellos. Ya después, en otro momento, nos acercamos y le diremos nuestra opinión y lo que creemos: “Hijo, recuerdas lo que hablamos de tus amigos… yo creo qué… nos es correcto tal actitud o me parece que debió darse de tal manera…”

Segundo, la Comunicación Efectiva: es aquella que decidimos nosotros como padres, cuando queremos conversar de algo que creemos necesario e importante. Al ser así, nuestros hijos podrían tomar un modo llamado “Resistencia Pasiva”, que implica que quieran cortar pronto nuestra comunicación. Las pautas a tomar en este caso es ser breves, concisos y no avisar previamente; debe darse de un momento a otro para ellos. Si no somos breves podrían cortarnos con expresiones como: “¿Ya terminaste? o ¡tengo que hacer!”,  si avisamos previamente con un “En la noche hablamos o un te busco en un rato…” ocurrirá que de pronto tienen tareas, dolor de cabeza o nos saldrán con algo.

Tercero, la comunicación superficial: tal cual el nombre indica, es aquella en el que conversamos de cosas aparentemente sin importancia: Moda, comida, música, hablar de otros; Incluso si están las amigas. No debemos pretender que se vuelque el tema en algo educativo o con profundidad, eso sería como boicotearnos nosotros  mismos.

Este tipo de comunicación es la ideal con nuestros adolescentes; como referimos antes, lo importante es mantener el vínculo, que nuestro acercamiento con ellos no se rompa.

Va a llegar el momento en que sean ellos mismos que quieran bajar su conversación a un plano más profundo.

No cortes tu vía de comunicación, no te desesperes, dales su tiempo.

     
 

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