Por quién no votaría un buen pata amarilla

Andrés Jara Maylle

Se acercan las elecciones para gobernadores y alcaldes y los candidatos se acomodan en el partidor con la seguridad de que serán los firmes beneficiarios del voto “popular”. Allí aparecen (como siempre) muchos y peligrosísimos lobos disfrazados de mansos corderitos, por lo que hay que andar con cuidado para no caer en sus fauces.

Ya mis paisanos pata amarillas se han equivocado un sinnúmero de veces eligiendo a ladrones, pillos y hasta verdaderos crápulas que hicieron del gobierno regional o de la municipalidad sus feudos, sus chacras, sus empresas personales.

Por ello, como un simple elector, me permito presentar algunas pautas que pueden servir como referencia cuando nos encontremos ante las urnas en unos tres meses más. Son pautas arbitrarias, que responden a criterios personales y principios estrictamente prácticos y el orden en que se presentan no implica prioridad. En todo caso será el votante quien decida. De todos modos, aquí van algunos condicionantes para que tú, buen pata amarilla, sepas por quién no deberías votar.

UNO. No deberíamos regalar nuestro voto a aquellos “candidatos” que renuncian a sus cargos por el que fueron elegidos para tentar otra vez una nueva alcaldía o la gobernación regional. Me parece que es una falta de respeto a su “pueblo” que abandonen su puesto y su compromiso con los votantes ante la inminencia de que las gollerías ya se les acabará pronto. Una autoridad elegida que se respete a sí mismo y respete a la ciudadanía no abandona nunca al pueblo que lo eligió por cuatro años. Renunciar (léase abandonar) es un acto de ofensa, un insulto, una burla y un descrédito para todo aquel que dio su confianza en la presunción de que estaban apoyando a un hombre (o mujer) decente y con ganas de servir a su pueblo.

Lo más probable es que buscan un nuevo cargo no por vocación de servicio sino por la ambición desmedida de poder y, sobre todo, por lucrar en mejores condiciones que las anteriores, con más experiencia y conocimiento de causa. Así de simple.

DOS. Tampoco deberíamos votar por los que quieren repetir el plato; es decir, por aquellos que, en su momento, ya ocuparon cargos similares al que ahora postulan. Por qué deberíamos premiarlos con nuestros votos si en los últimos treinta años no hay (salvo un par de excepciones) uno que se salve. Todos ellos han aportado con su roca de ineptitud, ambición e intolerancia a arrastrar a la región o al municipio al barranco. Si nuestra región o nuestra ciudad es un caos, una anarquía y nos encontramos literalmente por las patas de los caballos, es por culpa del cinismo de gente que ahora quiere repetir el plato con total descaro. Ningún ciudadano sensato debería votar por candidatos en estas condiciones.

En todo caso, sería una afrenta para este pueblo que aspirantes ambiciosos (en el peor sentido del término) y que han hecho mucho daño al terruño que dicen “amar” incondicionalmente, tengan el aval de los ciudadanos responsables y coherentes.

TRES. Deberíamos cuidarnos de no votar por los candidatos “bailarines”; o que es lo mismo, por aquellos “políticos” de saltan de partido a partido, de alianzas a alianzas, de grupos a grupos. Esos candidatos que antes de ayer fueron apristas, ayer fueron acciopopulistas, hoy son izquierdistas y mañana serán quién sabe qué.

Estos son de los más peligrosos porque no tienen bandera, no tienen ideas o si la tienen, la tienen empequeñecidas y lastradas por la mediocre ambición politiquera del “hoy robo y mañana también; y el futuro me interesa un comino”

Entonces: ojo, pestaña y ceja con estos candidatos que cambian de partidos como cambiarse de camisa. A estos solo les interesa llegar al poder y medrar de él a costa del progreso de este pueblo cada vez más enfermo.

CUATRO. Tampoco deberíamos votar por aquellos candidatos que hacen promesas irresponsablemente y sin respetar lo ajeno, la propiedad privada. Sí, aunque no lo crean hay candidatos que andan promoviendo invasiones detrás de los asentamientos humanos, por el totoral y específicamente en La Pedrosa, en donde se han consolidado verdaderas mafias de tráfico de terrenos a costa de la necesidad de la gente humilde.

Nos cuentan fuentes en absoluto confiables que muchos candidatos merodean el totoral o La Pedrosa promoviendo su invasión y prometiendo entregarles (si ganan las elecciones) sus certificados de posesión. En cualquier lugar esto es un delito pero aquí se promueve como una promesa electoral y una candidato a autoridad se convierte en un delincuente impune.…

Aquí tienen, pues, distraídos lectores, algunas explicaciones para saber por quién no deberían votar. Hagan ustedes las evaluaciones correspondientes teniendo en cuenta que no todo está perdido. Es probable y posible que en esa variopinta lista de candidatos haya, cómo no, personas con alguna decencia y con capacidad para servir a su pueblo con honradez y dignidad, que mucha falta nos hace.

Huánuco, 02 de julio del 2022

     
 

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