¿Qué hará profesor, Pedro Castillo?

Ps. Richard Borja
Director Instituto Peruano de Psicología Política

Han pasado más de dos semanas de las elecciones de segunda vuelta y aún no hay un ganador oficial, pero para un gran sector de peruanos ya parece invariable el triunfo de Pedro Castillo y solo es cuestión de días para que el JNE, en mérito a sus atribuciones, emita la resolución que dará luz verde al presidente del Bicentenario. Sin embargo, es también evidente que hay una duda extendida de si su victoria fue transparente y sin vicios o tuvo un turbio empujoncito. Pero lo más angustiante, es el dilema de un futuro gobierno castillista.

El profesor Castillo ha tenido este éxito electoral porque ha montado sobre la indignación y el rechazo de los peruanos de provincias, de las zonas rurales, de las comunidades distantes del epicentro político de los últimos 20 años. El ‘profe’ se ha nutrido electoralmente de quienes no creen en la forma tradicional de hacer política y con su voto, sus marchas y su casi ritual apoyo, han sentenciado a muerte a la política hecha en Lima, para reclamar su espacio en nuestra democracia republicana, bajo la forma de un gobierno con alma provinciana. ¿Qué estarán pensando o qué van a pensar los millones de peruanos ahora que parece que Castillo gobernará con esa misma clase política limeña y centralista que estuvo y está insertada en las instituciones de poder?, ¿se sentirán traicionados o asumirán que la política es también el cambio de piel, según la conveniencia?

Menudo escenario el que dibuja el lápiz; por un lado, alejarse de la figura cuestionada de Cerrón y por otro lado rodearse de políticos instalados en la suite del poder capitalino»

Cerrón siempre fue el talón de Aquiles de Castillo por su propuesta radical y los cuestionamientos que caen sobre su imagen de exgobernador sentenciado por corrupción. Y ahora que la carrera parece haber llegado a la meta y es momento de subir al podio medallero, sólo subirá Castillo y llevará con él a la vieja izquierda capitalina de Verónika Mendoza y su equipo técnico de Nuevo Perú y el Partido Morado de Guzmán, otro investigado por lavado de activos. Además de la muy probable participación del investigado y vacado expresidente Martín Vizcarra, dictando y moviendo sus hilos en las sombras del enorme sombrero chotano del profesor. Menudo escenario el que dibuja el lápiz; por un lado, alejarse de la figura cuestionada de Cerrón y por otro lado rodearse de políticos instalados en la suite del poder capitalino e igualmente con etiqueta de presunta corrupción. Parece una sutil, pero pesada contradicción.

En la política como en la guerra siempre debe haber un “enemigo”, un antagonista sobre el cual fijar las baterías e incluso darle la forma de señuelo, un distractor sobre el cual poner los faros mientras se monta una estrategia real que asigne a cada actor en conflicto su cuota de poder, de gloria o de fracaso.

El enemigo y el distractor en esta ocasión es el médico huancaíno, dueño del partido Perú Libre, con el cual pudo postular el profesor Castillo y los ataques más certeros y envenenados no vienen de la oposición keikista, sino de la izquierda capitalina que ha rodeado a Castillo y que ahora lo instan a darle una patada y clavarle el tantas veces usado puñal de la traición, pues ya no es necesario, ya compró el boleto, ya puso los gastos, ya caminó la campaña. Ahora ya no es necesario. ¡Deshazte de Cerrón!, parece ser la sugerencia con tono de orden, que lagartos y compañía, expertos en felonías, le hacen al buen profesor.

En un modelo presidencialista como el nuestro, el presidente de la República tiene poder. Algo que muchos todavía no llegan a entender y le asignan un poder que no tiene a un parlamento deslegitimado y quemado bajo los fuegos del poder instalado en el Estado, cosa más falsa. El poder en el Estado peruano recae en el presidente y en su premier y de confirmarse —como parece inevitable— que Castillo sea el administrador de ese poder, deberá decidir con quien lo comparte: con la izquierda caviar capitalina que ya lo rodeó, le puso su agenda y sus técnicos y le llevó a entrevistarse con los tres alcaldes de los distritos más ricos de Lima; o con sus bases, los provincianos que han levantado banderas y esperanzas para darle a esta presidencia el sello distintivo de las regiones, de sus provincias, de sus distritos, de sus comunidades, del maestro rural y del campesino distante de todo ese club político que habla de izquierda y de igualdad, mientras desayuna en Miami, un café kopiluwak y un croissant, mientras habla con ternura de la desigualdad de género y la pobreza rural en el lobby de un hotel cinco estrellas. ¿Qué hará, profesor Castillo?

     
 

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