Reflexiones sobre el paro regional

Ps. Richard Borja
Director Instituto Peruano de Psicología Política

¿Por qué la población no apoya masivamente el paro? Se pregunta un entusiasta activista en sus redes sociales mientras culpa a la apatía de los huanuqueños por los escándalos de corrupción, el subdesarrollo y el caos que nos tiene disputando los últimos lugares de competitividad y los primeros de pobreza en todos los rankings de las últimas décadas. ¿Tiene razón de culpar a la gente? Si y no, veamos.

La gente probablemente de manera general ha perdido la confianza en la gestión de Juan Alvarado y tiene la sensación de que es una gestión corrupta y de escasos resultados a favor de la población; es más, no espera nada de ella, porque la gente asume que vive de su trabajo, de su esfuerzo diario y de la búsqueda de oportunidades para abrirse paso en medio de tanta informalidad y desatenciones públicas. La gente sabe que un paro en el fondo no solucionará los problemas que abrazan a nuestra región por décadas y que no les dará el pan que necesitan llevar a su mesa para alimentar a su familia. Saben que un paro, es una acción política que tiene actores políticos moviéndose en ella y aún más, saben que muchos de los principales promotores de ese paro, han sido apasionados promotores de Juan Alvarado y los perciben sin condiciones éticas para llamar a las calles ahora. Pero creo que lo más importante, es que son conscientes que la plataforma de lucha es gaseosa y retórica, más que real. Como esos molinos de viento con los que peleaba el Quijote y los confundía con gigantes.

Pedir la renuncia del gobernador regional es un canto de cínica ingenuidad que solo pueden creer las personas más distraídas; así como exigir que se cambie a todos los fiscales anticorrupción para que atiendan las denuncias en contra del gobernador. Eso no pasará, piensa la mayoría y ve en el paro una acción de oportunismo político al amparo de una gestión gris que se atrinchera en Calicanto. Si bien la gestión del otro profesor es indefendible; pareciera que la disposición psicológica del huanuqueño asume que la corrupción es una realidad extendida que no cambiará y que una vez más se equivocaron al elegir autoridades, como resignándose a una tradición del yerro y la torpeza que nos enrostra cada elección que somos muy malos electores y que nuestra cultura política es muy deficiente. Ahora, siempre es mejor ver la culpa en el otro, más que en uno mismo.

«Este paro solo confirma que en Huánuco ya comenzó la campaña regional y nacional por el poder; y para ello cada jugador en escena apelará a las estrategias y tácticas que mejor se acomoden a las características del elector huanuqueño»

¿Para qué entonces sirve este paro? Para reafirmar esa tradición reactiva que es propia de la dinámica social y política, para evidenciar la desconfianza y rechazo que genera la gestión actual y para articular un colectivo social que a la vez sirva de plataforma de visibilidad para algunos dirigentes que luego busquen representación como autoridades; o como en muchos otros casos, para negociar prebendas soterradas que apacigüen los ánimos enfervorizados. Y es que la naturaleza de un paro es de carácter político, aunque sus efectos pueden ser económicos y sociales. En este caso, sus efectos serán solo políticos, pues no se evidencia paralización económica ni convulsiones sociales permanentes, por ahora.

Hay algo más en el horizonte de esta movilización y de este paro y tiene que ver con la integración de una agenda política nacional a partir de la articulación de las organizaciones sociales, orientada a generar condiciones para futuras marchas y protestas a favor de una Asamblea Constituyente que permita escribir una nueva Constitución; algo en lo que el gobierno viene ya trabajando a partir de su estrategia de las dos voces, una radical, frontal y llana, personificada por Bellido y otra aparentemente mesurada y con sombrero.

Así las cosas, este paro solo confirma que en Huánuco ya comenzó la campaña regional y nacional por el poder; y para ello cada jugador en escena apelará a las estrategias y tácticas que mejor se acomoden a las características del elector huanuqueño; oscilante entre el victimismo y el conformismo, una abdicación patológica ante el poder material, matizado por una alta sensibilidad que nos hace propensos a caer en los engaños de la justicia social y los cambios que elección tras elección, aparecen como promesas estrella de un ciclo de campañas que nos traen emociones y decepciones. ¿Podremos hacer esta vez, la diferencia?

     
 

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