Situación de los niños, niñas y adolescente en la pandemia
Lic. Heyddy G. Ayala Soto y Ana V. Figueredo Aranda
Comunicadoras Sociales
La llegada del virus SARS-CoV-2 causante de la enfermedad denominada COVID-19, originó la pandemia en la que hoy vivimos, desatando una crisis económica, social y de salud, nunca antes vista. La pandemia ha transformado nuestras rutinas, costumbres y hábitos, pasando de la cuarentena, la restricción a la movilidad nocturna; del aislamiento a la reactivación progresiva de las actividades económicas y sociales, para reavivar la economía nacional y tratar de no seguir descendiendo en la tasa de pobreza.
La COVID-19 ha visibilizado muchas problemáticas que estaban ocultas, como las deficiencias en nuestro sistema de salud, la poca inversión en la educación, la informalidad y ha agravado las desigualdades y los casos de violencia, convirtiéndonos en una sociedad de cómplices, porque nos involucra a todos a cierto nivel de responsabilidad ante lo que padecen los niños, niñas y adolescentes (NNA) por la grave interrupción del entorno en que crecían, de sus rutinas diarias y la dinámica familiar.
Comparando los datos del portal estadístico del Programa Nacional Aurora (MIMP), en el año 2019, 55 565 niños, niñas y adolescentes fueron atendidos por violencia a través del Centro de Emergencia Mujer (CEM), mientras que en el 2021 durante los primeros seis meses los NNA atendidos por violencia a través del CEM suman 25 115, casi la mitad en comparación con el año 2019. Mucho más alarmantes que estas cifras nacionales, son los datos del departamento de Huánuco, donde los NNA atendidos por violencia en el año 2019 sumaron 1 424 y solo de enero a junio del 2021, 901 NNA (datos tomados de la misma fuente). Una cifra que nos proyecta a cerrar el año con un número más elevado al del 2019.
Analizando el número de denuncias por violencia, la violencia sexual contra NNA ocupa el primer lugar con 382 casos (362 mujeres y 19 hombres), seguido de la violencia física con 251 (173 mujeres y 92 hombres), la violencia psicológica con 251 (171 mujeres y 80 hombres) y la violencia económica con 3 casos (1 mujer y 2 hombres) solo entre la población de 0 a17 años, siendo las provincias de Ambo, Dos de Mayo, Huacaybamba, Huamalíes y Huánuco donde se atendieron 283 casos en los CEM de cada provincia.
Los números solo reflejan un problema latente que se fue agudizando con el inicio de la pandemia y confinamiento, exponiendo al 35.8 % de esta población de NNA del departamento de Huánuco a sufrir las consecuencias de casos más extremos que por la pandemia han desembocado aceleradamente en violencia, separaciones, violencia sexual, violencia intrafamiliar, de género y explotación laboral. A ello se suma la vulneración de los derechos establecidos en la Convención de los Derechos del Niño (CDN), como el derecho a la protección (artículos 19 y 27), a la salud (artículo 24), a la educación (artículos 28 y 29), al juego (artículo 31) y a la participación (uno de los principios rectores de la CDN) entre los más importantes.
Hoy, más que nunca, se pone a prueba de fuego los derechos reconocidos en la CDN a 31 años después de su aprobación. Este es el momento para fortalecer el trabajo del Sistema Nacional de Atención Integral a los Niños, Niñas y Adolescentes (SNAINA) para que continúe implementando y articulando programas de prevención, promoción, protección, asistencia y rehabilitación. A nivel departamental esta importante tarea recae directamente en el Gobierno Regional (Gerencia de Desarrollo Social), Mesa de Concertación para la Lucha Contra la Pobreza (MCLCP), Direcciones Regionales de Educación, Salud, Trabajo y Promoción del Empleo, en el Ministerio Publico, Defensoría del Pueblo, Poder Judicial, Centro de Emergencia Mujer (CEM), Programa Integral Nacional para el Bienestar Familiar (INABIF), Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), Defensoría Municipal del Niño y el Adolescente, Grupo Iniciativa por la Infancia y Adolescencia (GIIA), ONG Paz y Esperanza y en la sociedad huanuqueña, quienes tienen el compromiso moral, legal y facultativo de garantizar y consolidar acciones que rompan con el esquema jerarquizante respecto a la niñez, con el adultocentrismo y con todas aquellas representaciones sociales sobre los NNA que la reducen a ser súbditos y no actores sociales.
La realidad que afrontamos respecto a los derechos de los niños, niñas y adolescentes es algo complicada, y aunque en el Código de los Niños y Adolescentes se les reconozca como «sujetos de derecho, libertades y protección específica», todavía vivimos en una sociedad que normaliza la violencia en la casa, la escuela, entorno social y en la red; y con todo eso siguen enfatizando el niño como «el futuro» de una sociedad que no quiere que los niños cuestionen el mundo adulto de hoy, que se lo dejen como ellos lo piensan. De esta manera, en el mundo adulto se visibiliza a los NNA como prescindibles para los grandes diseños sociales, políticos, económicos, culturales. Entonces son prescindibles para la política e imprescindibles para hacerlos consumidores de lo que el sistema produce. Los niños están incluidos como consumidores de lo que la sociedad produce para reproducir su propia estratificación económica, social, cultural y política.
Está entre nosotros, entre quienes dicen luchar por los derechos humanos y de los NNA, por la democracia, por la dignidad de los pueblos, por el respeto al ambiente, etc., no repetir la historia y seamos mejores de lo que éramos antes de la pandemia.