Un año después
La sobrevivencia no basta

Sobrevivimos. No todos, por cierto. Si nos refiriésemos a las muertes provocadas por el coronavirus, el número promedio en junio fue 20 personas por día, y en este mes la cifra crecerá. El avance en la vacunación ha evitado que la situación sea peor, pero la tendencia al incremento es alarmante.
La cuarta ola de contagios, si alcanza a las personas más vulnerables, y la posibilidad es mayor al haberse relajado la observancia de los protocolos de seguridad, puede ser fatal. De hecho, son las personas adultas mayores, y las que no han recibido las dosis de la vacuna que se recomiendan, a las que peor les va, y todas las medidas dictadas desde las autoridades de salud han devenido en optativas. Ya nadie se siente obligado a cumplirlas y, a estas alturas, tal parece que no hay autoridad que pueda lograr que se acaten.
No obstante la importancia de lo señalado, la sobrevivencia a la que quise referirme en esta nota es a un Poder Ejecutivo y a un Congreso de la República en competencia entre sí, pero en alianza contra nosotros.
Los índices de desaprobación de ambos poderes del Estado, según las encuestas recientes, son muy altas. La encuesta de Ipsos y El Comercio da cuenta que 74 de cada 100 peruanos desaprueba a Pedro Castillo, y 79 de cada 100 rechaza al Congreso.
Demasiada es la evidencia sobre la incapacidad y falta de liderazgo de Pedro Castillo»
Las causas de la reprobación, tratándose del presidente de la República, tienen que ver con su ineptitud para enfrentar la delincuencia, reducir la pobreza y luchar contra la corrupción, tres de los problemas más graves que afectan a la población y sobre la cual hubo mucha expectativa entre quienes votaron por el candidato de Perú Libre.
Demasiada es la evidencia sobre la incapacidad y falta de liderazgo de Pedro Castillo, la más reciente es la salida, que anunció la noche de ayer, del ministro del Interior Mariano González, el sexto en ocupar ese cargo y, tras la designación de Willy Huerta Olivas, serán siete los que pasen por ese ministerio en menos de un año. Es indiscutible la incompetencia del presidente, y cada vez es más razonable asociarla con la corrupción de su gobierno.
Al Congreso se le desaprueba principalmente porque “solo les importa sus intereses personales/hay corruptos”, y porque no legislan en favor de la población, sino que han dado leyes que le perjudican.
Es posible que la ley que más impacto produjo es aquella de “restablecimiento de la autonomía y la institucionalidad de las universidades” nombre rimbombante para disfrazar una norma favorable a los dueños de las universidades, y que desvirtúa o debilita el control que venía realizando la Sunedu para garantizar estándares mínimos de calidad en la educación universitaria.
La satisfacción de Maricarmen Alva por lo realizado por el Legislativo durante su gestión como presidenta demuestra su desdén por los derechos, coincidente con el desprecio por la democracia de los extremismos representados en el Congreso, y con esa otra sobrevivencia que procuran, la de sus privilegios y la licencia que creen el cargo les da para menoscabar o viciar el estado de derecho.
Luego de un año de gestión de Ejecutivo y Congreso sobrevivimos, no todos por cierto, a virus que son realmente letales para la democracia y los derechos humanos. Como en el caso del coronavirus, el relajamiento ciudadano predice una situación peor, pero el mal se puede revertir y hay señales de esperanza.
El adelanto de las elecciones generales es la alternativa preferida, 65% opta por ella y esta cifra crecerá debido a la decepción de la población por las acciones y palabra devaluada de autoridades que gobiernan y legislan en su contra.
La propuesta de reformas presentada por el expresidente Francisco Sagasti, las iniciativas de diversos colectivos ciudadanos en favor de la democracia, y el compromiso de otras tantas instituciones de la sociedad civil para detener el grave daño provocado desde el poder, plantean rutas por las cuales podemos transitar. Un año después, lo que corresponde es seguir luchando.