El fundo Santo Toribio en Tomayquichua

Tomayquichwa es un distrito encantador de la provincia de Ambo. Dista a 18 Kms., de la ciudad de Huánuco, la capital departamental y, a 4.5 km de Ambo. Está a una altitud de 2041 m.s.n.m. El nombre de Tomayquichua, proviene de dos vocablos quechuas “Tumay” y Kichwa” que traducidas al castellano quiere decir “Tierra templada”. Acepción certera para calificar el precioso clima de esta tierra. Registra una superficie de 43,00 km². Fue creada mediante la Ley N° 8155 del 18 de diciembre de 1935, durante el gobierno del presidente Oscar R. Benavides.
TOMAYQUICHWA, ESCENARIO NATURAL DE INNEGABLE TRASCENDENCIA CULTURAL.
Sus valores rebasan los límites departamentales y nacionales, por su trascendencia histórica, artística y agroindustrial.
Auquimarca
Tomayquichwa ha sido habitado inicialmente, por la etnía de los Chupachos, en Auquimarca, morada de tres de sus curacas, en la cumbre de un cerro -a 16 Kms, de distancia del centro poblado- defendible desde casi todas las direcciones donde aún se observa andenerías. Donald E. Thompson sostiene que arqueológicamente Auquimarca parece estar dividida en dos secciones designadas como Auquimarca Alta (con estructuras rectangulares bien construidas, en las que destacan aún sus casas circulares muy largas y de buen acabado) y, Auquimarca Baja (constituida por varias casas de forma irregular y acabado rústico, y la presencia de una hilera de 4 graneros o qollqa circulares). Thompson señala además, que existe la posibilidad de diferencias de rango entre los habitantes de ambas secciones. Sugiere respecto a la presencia de pequeñas qollqa de estilo inca, que estas estaban destinadas para el almacenamiento local de bienes estatales, encaminados quizá hacia Huánuco Pampa. Las estructuras descritas, actualmente han sido depredadas casi en su totalidad, realidad que amerita tareas de restauración y conservación.
Micaela Villegas
El pueblo de Tomayquichwa es interesante por los personajes que han surgido de aquel, entre ellos, doña Micaela Villegas Hurtado de Mendoza -nacida en 1748 en Lima según su testamento- más conocida por el mundo como la Perricholi, apelativo surgido del libro «Tradiciones Peruanas», en el capítulo que le dedica Ricardo Palma, el autor, titulado «Genialidades de la Perricholi». En Tomayquichwa se encuentra la casa de esta mujer – según la tradición popular- desde donde se tiene una espléndida vista del pueblo.
La fascinante historia de la Perricholi, que fuera pareja del virrey Manuel de Amat y Junyet -no amante, pues éste no era casado- y, madre de uno de los firmantes de la independencia del Perú, Manuel Amat y Villegas, estriba también, en que fuera una mujer trabajadora destacando como actriz y empresaria teatral al desempeñarse como directora del Coliseo de Comedias de Lima, actividad que le permitió adquirir un molino que lo convirtió en uno de los principales de la ciudad. Al morir Micaela Villegas en 1819, poseía una respetable fortuna y bienes valorados. “Esto es lo que vale la pena destacar del personaje histórico más allá del mito”, precisa Magally Alegre, profesora de Historia de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), a BBC Mundo. Ella desafió las convenciones de su época. En su honor, se han escrito poemas, dramas y novelas, operetas, se han filmado series de televisión y películas, y se han construido numerosas leyendas.
Ricardo Flórez Gutiérrez de Quintanilla
Un personaje que viviera en Tomayquichwa cautivado por su entorno paisajístico de colores exquisitos e incidencias particulares de luz, por sus tradiciones, costumbres y por su gente, fue don José Ricardo Estanislao Ulises Flórez Gutiérrez de Quintanilla. Trascendente pintor nacional que fusionó su mundo inspirador con el dominio de la técnica del puntillismo. El manejo de la incidencia de la luz, unido al desarrollo de los juegos cromáticos a partir de puntos de tonalidades puras sobre las superficies, marcó el sello magistral de su obra en el registro de los paisajes andinos. Un hecho familiar -la visita a su hermana María recientemente casada con Guillermo Durand Fernández Maldonado propietario de la exhacienda cañera Quicacán ubicada a 18 Kms, de Huánuco- ocurrido en 1913, vincularía a Flórez con el pueblo de Tomayquichwa reconocido en sus paseos matinales por su cercanía a Quicacán, hasta el día de su fallecimiento, el 20 de octubre de 1983.
La casa del pintor Ricardo Flórez, a la que se accede directamente por un puente peatonal desde la carretera central y, a poca distancia de la Plaza de Armas, es una presencia cultural valiosa en Tomayquichwa, por ser lo que fue y, por lo que aún preserva para elevarla a la categoría de museo privado. A ello se añade su infraestructura rural de una sola planta y su envidiable ubicación, casi a orillas del rio Huallaga, de silente y pacífico transitar. Una adquisición ahora trascendente a quién fuera su anterior propietario y compadre, Mercedes Martel Santamaría. Innegablemente, las obras pictóricas de Flórez dispersas por el mundo, han colocado a Tomayquichwa en el contexto universal, como lo que fue, su musa inspiradora, el enfoque poético de su arte.
La casa de Isabel Herrera la abuela de Santa Rosa de Lima
En la parte alta de Tomayquichwa se ubica el pueblo de Allaucan, donde los lugareños sostienen que una infraestructura semiderruida habría sido la casa de Isabel de Herrera, la abuelita de la Santa Rosa de Lima. El dueño actual también se apellida Herrera. Santa Rosa nacida en Lima, el 20 de abril de 1586 en la capital del entonces virreinato del Perú y fallecida en la misma ciudad el 24 de agosto de 1617, responde al nombre secular de Isabel Flores de Oliva. Fue hija de Gaspar Flores, arcabucero natural de España, y de María de Oliva y Herrera, hilandera y costurera, natural de Huánuco. Le pusieron de nombre Isabel por Isabel de Herrera, su abuela materna, pero un suceso especial le cambió el nombre. A los tres meses de nacida, estando meciéndola una criada india afirmó haber visto su rostro transformarse en una rosa. Desde entonces era llamada Rosa por su madre. En Quives a sesenta kilómetros de Lima, el arzobispo Toribio de Mogrovejo, futuro santo católico, la confirmó con el nombre de Rosa. En 1671 a esta santa católica terciaria dominica la canonizó el papa Clemente X.
Estanco
Un lugar inolvidable del encantador pueblo de Tomayquichwa es Estanco. Se encuentra a 10 kilómetros de distancia de la capital distrital, a una altitud de 3,876 m.sn.m., y a 3 horas de caminata. Son siete vías de agua estancada, muy cercana a los lugares de Chinchubamba y Armatanga. En unas cuevas de los alrededores de la tercera laguna existe arte rupestre. En la quinta laguna el entorno se refleja en todo su esplendor. Estanco, es una hermosa opción para los amantes de la naturaleza.
Granja Lindero
Centro de producción agro industrial dedicado a la crianza de ganado lechero y a la producción natural de queso, mantequilla y yogurt. Destaca igualmente por la crianza de aves, cuyes, conejos y por la piscicultura. Es muy visitada como recreo turístico los fines de semana.
Hacienda Cachigaga
Tomayquichwa, es visitada además por su emblemática “Hacienda Cachigaga”. Esta agroindustria eminentemente orgánica tiene una considerable producción de aguardiente de caña de azúcar que se comercializan en diferentes lugares del Perú. Alcanza además al mercado interno productos como: vinagre, néctar, miel, chancaca, panela y, 2 tipos de licores aparte del aguardiente, el anís y el ron. Los “Trapiche Bar Ecológico”, responden a una cadena de negocio familiar donde se expenden los deliciosos macerados a base del aguardiente de caña de azúcar.
FUNDO SANTO TORIBIO
Cuenta el señor Gregorio Herrera Guerra, de 82 años de edad, propietario actual del fundo Santo Toribio que su padre Toribio Herrera Flores, tomayquichuino, hijo de Gregorio Herrera y Magdalena Flores, crea el fundo con su primer compromiso asumido con la señora Rosa Guerra Santamaría cuando tenía más o menos 20 años. Precisa que antes de fabricar el aguardiente con una rueda, su padre producía el aguardiente con yunta, el trapiche era entonces vertical, con 2 masas. Así es como adquiría el jugo de caña. Continúa, mi padre fallece hace 57 años a los 73 años de edad. Entonces, Jorge Herrera Guerra, mi hermano de padre, héroe del Cenepa, asume la conducción del bien. Tras 4 años de ausencia retorna, circunstancia en la que me vende el fundo a S/ 80,000. Así es como asumo la condición de propietario, yo, hijo del segundo compromiso de mi padre con la señora Elena Guerra, mi madre. En aquél entonces se hacía chancaca, miel, huarapo.
¿Qué significa para usted el fundo Santo Toribio?
El funcionamiento del fundo es un homenaje a mi padre. Este fundo tiene alrededor de 150 años. De aquel tiempo el único sobreviviente es la vertical o rueda, el resto lo adquirí yo. Su producción es solo para el consumo interno. No se produce en grandes cantidades. Mayormente destilamos entre los meses de enero, febrero y marzo, a veces hasta abril, cuando hay agua. Cuando hay sequía no se puede seguir moliendo. En estos momentos nos hace una competencia desleal el alcohol hidratado que lo hacen pasar por aguardiente. El aguardiente que produce el fundo Santo Toribio es de pureza comprobada, por eso me honra que haya sido declarado Patrimonio Cultural de la Nación. Yo tengo ya mis clientes que conocen mi producto. Tengo en stock más o menos entre seis a siete cilindros de aguardiente. Producimos hasta 10 cilindros, de allí sale para hacer miel, chancaca, ron y panela en poca cantidad.
La producción de aguardiente del fundo se vende en Ambo, Cerro de Pasco, Lima, desde la ciudad de Huánuco vienen a buscar el producto. En Tomayquichwa lo consumen bien porque conocen de su calidad. Tengo mi cartera de clientes. Normalmente vendemos el aguardiente por arroba. La arroba cuesta S/ 120 (tiene 12 litros), el litro a S/ 20, el ½ litro a S/ 10. El proceso de molienda lo hacemos nosotros mismos no utilizamos mano de obra. Mi hijo Omar Herrera Arrieta trabaja conmigo y está haciendo las innovaciones necesarias en el fundo.
¿Santo Toribio era el único fundo que existía en Tomayquichua?
Mi padre me contaba que en esta tierra pródiga de Tomayquichwa había alrededor de siete fundos considerando el nuestro. Tenemos Cachigaga, inicialmente propiedad de la familia Soberón pero su producción era de carácter frutícola. Luego, el fundo del señor Pascual Gargurevich. El otro fundo en Ponga, propiedad de Manuel Cornejo. En Lindero existía otro de la señora Paula Arrieta. En Las Pampas había otro fundo productor de aguardiente de la señora Clorinda Trujillo, quién perdió la vida atrapada por el trapiche al enredársele el cabello. Después se tiene el fundo de Andahuaylla de don Antonio Ingunza, allí si la producción era significativa. Mi padre solía comprarle caña para moler en nuestro fundo, porque en aquél entonces había bastante demanda.
¿Actualmente el fundo tiene cañaveral propio?
Mi cañaveral de 5 hectáreas está ubicado en Quisca, cultivadas tenemos 2 hectáreas, en producción una y se maneja de manera escalonada. Nosotros tenemos buena caña. Utilizamos abono orgánico, el mismo bagazo es un tremendo abono. En esta tierra se puede cultivar una serie de variedades de caña, muchas de ellas en extinción. La caña antigua era la POJ una caña negra dura, tenemos la caña cristal, la caña cubana. La caña madura a dos años y medio o 18 meses. Tiene un promedio de vida entre 8 a 10 años de vida. Se cultiva, se corta la punta, se abona, más o menos ese es el proceso. Cuando está deteriorada la planta recién barbechamos la tierra y sembramos la caña, una nueva planta.
¿Cómo se produce la molienda de caña de azúcar?
En nuestro fundo todo es por gravedad. El agua viene de la laguna Estanco. Trasladada por un canal ingresa por caída a la vertical o rueda, energía hidráulica que genera el movimiento del trapiche para moler la caña entre dos a tres unidades. El jugo se va a un depósito para calentar y ayudar a la fermentación. Ahora le explico, el jugo de caña tiene 11 a 12 grados de sacarosa, eso se llama el brick, en esta condición se mezcla con agua y se baja a 9 grados para fermentarlo. Se fermenta en unos toneles de madera hasta convertirse en mosto entre 6 a 8 días, a veces se tiene que ayudar este proceso con levadura, para acelerar la fermentación. Haciendo un paréntesis, le cuento que en tiempos de mi padre se vendía el concho para fermentar la masa del pan -sobre todo en la época de carnavales- en lugar de usar la levadura. Ahora ocurre todo lo contrario.
Obtenido ya el mosto, un producto fermentado con cero grados de sacarosa, es que ingresa a una olla que tiene una capacidad de 800 litros, donde es hervido, por el fuego que proviene de un horno o caldero atizado con bagazo. Ahora, la destilación tiene lugar cuando el mosto, que es ahora un vapor, sube por unos platillos a un rectificador, luego asciende por un cuello cisne y desemboca en un serpentín de enfriamiento y de allí sale el aguardiente. Es decir, el aguardiente, es el vapor enfriado por un serpentín. El aguardiente del fundo Santo Toribio se vende entre 50 a 52 grados de alcohol, ese es el aguardiente comercial. Ahora, el mejor aguardiente es el que tiene aroma. Por eso nuestra olla es de cobre.