Con la locura a cuestas
En aquel diván, el tictac del reloj de pared se escuchaba fuertemente y un hombre miraba el techo sin mayor expresión; de repente unas lágrimas humedecen por completo sus ojos y resbalan por sus mejillas. … Seguir leyendo
En aquel diván, el tictac del reloj de pared se escuchaba fuertemente y un hombre miraba el techo sin mayor expresión; de repente unas lágrimas humedecen por completo sus ojos y resbalan por sus mejillas. … Seguir leyendo