El modelo Bukele y la mano dura contra la delincuencia

Director Instituto Peruano de Psicología Política
Hace unas semanas, Huánuco se remeció por el terrible asalto que acabó con la vida de una persona a dos cuadras de la Plaza de Armas y a media mañana; este lunes, todo el país no salía de la sorpresa por el asesinato de un sereno, mediante un certero balazo en la cabeza, cuando en Huánuco, nuevamente éramos testigos de otro asesinato al mediodía y en las puertas del mercado mayorista de Puelles.
Somos un país inseguro, donde los delincuentes, organizados en bandas criminales, extorsionan, asaltan y matan a peruanos en las calles; mientras al mismo tiempo, va desnudándose la ineficacia de nuestro sistema de lucha contra el crimen, para preocupación y lamentaciones nacionales. ¿Cómo cambiar esto?
En una columna escrita en este mismo diario, el cual titulé: «La paradoja de la lucha contra el crimen y la delincuencia» compartía mi impresión, respecto a cómo nuestras ambiciosas y correctas metas de lucha contra la criminalidad tropezaban con las buenas intensiones y se estrellaban con una realidad dura, cuyas cifras lejos de disminuir iban incrementando. Esto se debe —desde mi humilde opinión— a que nuestro país ha decidido alinearse a las políticas globalistas de gestión de la seguridad y lucha contra la criminalidad; las cuales iguala los derechos de las victimas y de los victimarios, pone énfasis en la prevención y asume como fin del sistema de carcelería, la resocialización del preso. Es decir, la progresista prevalencia de los derechos humanos universales para todos, buenos y malos.
Sin embargo, donde mayores éxitos se pueden advertir en lucha contra la delincuencia y el crimen, no es ninguno de los países que siga la receta globalista; sino, en el rebelde país de San Salvador, donde su presidente, Nayib Bukele, prácticamente ha generado un modo de luchar contra el crimen que ya da mucho que hablar en mundo y que viene siendo conocido como «el modelo Bukele» de lucha contra la criminalidad.
No me cabe duda que el modelo Bukele de lucha contra el crimen ha llegado a Perú»
¿En qué se basa el modelo Bukele? Básicamente, en enfrentar al crimen fuera de la receta globalista y el dogma de los derechos humanos universales. En la presión constante hacia los delincuentes, la construcción de infraestructura penitenciaria, sistemas judiciales y legislativos alineados a la política de lucha contra la criminalidad, que han permitido que leyes duras se apliquen; aún restringiendo ciertas libertades, han llevado a reducir la inseguridad en El Salvador. Ha denominado a su política de lucha contra el crimen como «acciones de sentido común» que el gobierno adopta, para proteger a la gente de bien, de la gente de mal. Los resultados lo acompañan y goza de simpatías y apoyo en su país; mientras en todos los foros globalistas lo han criticado por alejarse de la retórica y praxis de los Derechos Humanos, acusándolo de fascista, autoritario y hasta dictador. Cuando a fines de enero, anunció la construcción de una mega cárcel capaz de tener tras las rejas a más de 40 mil presos, su popularidad rozó el 90 % de apoyo nacional.
Algunos consideran que el enorme éxito del modelo Bukele, puede generar una contagiosa réplica en otros países latinoamericanos, propiciando regímenes autoritarios y violentos que pueden desencadenar en verdaderas dictaduras, y aunque ese no deja de ser un riesgo válido, las cada vez mayores miradas a El Salvador y su lucha contra el crimen parecen estar dispuestas a correr el riesgo y enfrentar con mano dura al crimen. No me cabe duda que el modelo Bukele de lucha contra el crimen ha llegado a Perú y cada vez son más, las personas que abogan por implementar medidas similares en nuestro país, donde todos los días se registran asesinatos, asaltos, secuestros, extorsiones. Un país donde la mayoría empieza a desconfiar sobre la verdadera utilidad de los Derechos Humanos, mientras las crónicas rojas siguen multiplicándose en los diarios.
Es importante que todos nos hagamos la pregunta: ¿Vale la pena implementar el modelo Bukele en nuestro país, aún con los riesgos? Mi humilde opinión personal, es que sí vale la pena.