Desmoralizados

Patricia Castillo Uculmana

El mundo entero y, el país en particular, viene pasando una de las peores etapas de la historia humana, como dijimos en un artículo anterior y como bien lo saben y sufren todos. Las cifras de la segunda ola de esta devastadora pandemia son peores. La ministra de Salud Pilar Mazzetti en una entrevista nos deja perplejos y aterrorizados cuando el 09 de febrero ante la falta de oxígeno, dice: “Se calculó un 200% de aumento del consumo de oxígeno, ya estamos en 300%” y además pide ayuda al sector privado, sobre todo minero, hidrocarburos, industriales: “…queremos que nos ayuden a salvar vidas”. El presidente Sagasti agrega; “Necesitamos que aquellos que saben cómo incrementar la producción medicinal de oxígeno pongan el hombro”.

Para salir de esta pandemia requerimos de todos quienes puedan ayudar, y entre ellos el sector privado (que lo está haciendo e incluso bastante mejor que el gobierno y desde la primera ola), pero, entonces la pregunta cae por sí sola, ¿qué hizo el gobierno? Entiéndase como parte del gobierno a los gobernadores regionales y alcaldes también. No todo debe ser reunión y discusión, los hechos son los que cuentan. Y por si no lo saben, se viene una tercera y cuarta olas. Fernando Simón Soria, médico epidemiólogo español, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, advierte a su país la posibilidad de una cuarta ola y seguro muy probablemente esto podría suceder en muchos países de Europa. Entonces, ¿qué estamos esperando?, ¿es que acaso no se pueden comprar plantas de oxígeno de mayor capacidad y ya? (El Perú es uno de los pocos países que tienen que comprar oxígeno, porque cuando se construyeron los hospitales no se incluyó la implementación obligatoria de las plantas de oxígeno y otros equipos necesarios, como sucede en el mundo civilizado), ¿y por qué se dan tantas vueltas para comprar vacunas?

«¿Qué estamos esperando?, ¿es que acaso no se pueden comprar plantas de oxígeno de mayor capacidad y ya? (El Perú es uno de los pocos países que tienen que comprar oxígeno, porque cuando se construyeron los hospitales no se incluyó la implementación obligatoria de las plantas de oxígeno y otros equipos necesarios, como sucede en el mundo civilizado), ¿y por qué se dan tantas vueltas para comprar vacunas? «

La cantidad de vacunas que se compraron son pocas, ínfimas. En Huánuco no se cubrió con todos los centros de salud. Si bien nos alegramos por los que se vacunaron y pueden enfrentar con algo más de confianza esta enfermedad, quedaron muchos desprotegidos. Queríamos incluir el nombre de todos los lugares en donde existen centros y postas de salud y que no fueron incluidas, pero es imposible nombrarlas una por una, porque no alcanzarían en esta página. Aproximadamente pasan los tres cientos establecimientos. Seguro que es imposible cumplir con ellos ahora, pero esperamos que en la siguiente entrega de vacunas sean todos considerados. Señores, ahí también hay infectados de Coronavirus. Familias enteras contagiadas y el único lugar que tienen al que pueden recurrir son estos centros y postas. El personal de salud de esos lugares también se enferma. Igual hay que cuidarlos. Si no se dieron cuenta, el contagio es general y los pueblos no son una excepción. Y entonces, para eso eran las vacunas, para enfrentar la tercera y cuarta olas que se vienen, si es que no son más. Uno o dos millones no harán mucha  diferencia, necesitamos mínimamente inmunizar a más de la mitad de peruanos para contener esta pandemia y que el país respire y pueda levantarse.

Lo cierto es que todo esto ha causado un desánimo que va más allá de lo económico. Si bien muchos han fracasado y cerrado negocios o emprendimientos diversos. Con pérdidas familiares, de amigos, conocidos o contagiados. Es también el estado de ánimo el que comienza a derrumbarse. Los empresarios, grandes y pequeños que no pueden recuperarse; los profesionales que no pueden ejercer y desenvolverse habitualmente, lo que minimiza sus ingresos; los ciudadanos preocupados de contagiarse, por cumplir con sus deudas, servicios, alimentos, etc.; los alumnos, que nunca recibieron tablets y por consiguiente ni una sola clase el año pasado; los universitarios, que ven frustradas sus carreras o con una enseñanza confinada y restringida. Lo cierto es que cada quien hace lo que puede.

Aunque no lo veamos, esta pandemia ya nos ha marcado de por vida. Nadie olvidará fácilmente lo que estamos pasando y el miedo nos acompañará todavía unos años. La historia lo contará mejor que nosotros, cuando pase el tiempo y ya se tengan los datos de cómo y dónde surgió, cuántos murieron en su totalidad en el mundo entero y en nuestro país, cuándo se pudo controlar la pandemia y cuándo se encontró el tratamiento, cómo algunos se aprovecharon y cómo fue la corrupción en tiempos de pandemia. Las generaciones nuevas la escucharán como una historia fea de asimilar, pero cierta y que vivieron sus padres y abuelos, quizás.

Esperemos que este gobierno no solo atine con cuarentenas como en el nefasto gobierno de Vizcarra. Si bien estas últimas variantes son más letales y las cuarentenas ayudan, la vacuna es lo que necesitamos más que desesperadamente para ralentizar la subida de las olas incluso en plena vacunación. Sin vacunas, nos podrán encerrar de por vida y esperar a que solo se apiade la Naturaleza, porque todo tiene un ciclo y, la desaparezca por sí sola.

     
 

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