A cerca del respeto y la corrupción
Amigos lectores, en estos últimos tiempos de pandemia en el mundo y de elecciones en nuestro país, vemos con tristeza la polaridad manifiesta entre peruanos. Estamos en un enfrentamiento constante, y no es solo de estos últimos tiempos, es desde siempre. Como sociedad no hemos avanzado mucho en diferentes aspectos y menos en una convivencia pacífica.
Si bien, la violencia física, psicológica, virtual, etc., se da en todo el mundo, hay sociedades que han aprendido a convivir con más respeto, ya sea culturalmente o impuesta por la fuerza, pero coexisten mejor, por lo tanto, crecen como país.
En la sociedad canadiense, por ejemplo, se habla mucho de la tolerancia e inclusión. Se dice entonces que sus pilares son los valores de justicia, respeto, equidad y tolerancia. Y en verdad, así es. No solo en el papel. Lo que implica respetar a quien es, piensa, vive, etc. diferente. E incluso se les inculca lo mismo a los nuevos inmigrantes que llegan a ese país. Por lo mismo, no se discute la religión, la política, orientación sexual, entre muchos otros aspectos, que diferencian a la humanidad. Y es que eso es el respeto a partir de la tolerancia.
Se asume mal en nuestro país, cuando se pretende que pensemos todos por igual, para aceptarnos o dejarse convencer para evitar enfrentamientos. Hay una agresión constante de una y otra parte cuando las diferencias se ponen en evidencia. Es lo que se ve. Es lo que existe. Es una lástima que la intolerancia sea nuestro común denominador.
Y si bien en el Perú hay gente respetable en todo nivel, no nos engañemos, también existe la corrupción en el ciudadano común, por ejemplo, en el mercado, te pueden engañar con el peso, te dan un cheque o moneda falsos, etc. Entre los profesionales hay corrupción de acuerdo a la carrera, en las instituciones públicas y privadas también. Para lograr algo, a veces, la gente se ve en la obligación de dar una “propina” (que no es más que una coima pequeña), entre muchas otras, que como bien sabemos, es corrupción y, somos cómplices.
Si tan solo nos respetáramos un poco más y fuéramos más racionales, otra sería nuestra realidad. Lo cierto es que somos un país conflictivo. A quienes solo unió alguna vez el orgullo por la comida y el futbol recientemente, porque por todo lo demás solo peleamos y nos enfrentamos.
Si intentásemos explicar el porqué de esta actitud quizás nunca terminaríamos, porque a decir verdad, también son muchas las causas. Y mismo si este proceder es hasta cierto punto entendible, no es justificable si queremos cambiar como sociedad. Alguna vez tenemos que dar un primer paso para cambiar.
Entre las explicaciones que podrían ser analizadas mucho mejor por los sociólogos y antropólogos en esta actual coyuntura, es la sucesiva corrupción de los gobiernos. Los pueblos han sido olvidados e incluso en la misma capital hay distritos abandonados a su suerte. Hacer un puente relativamente pequeño lleva algo de tres años en su ejecución, lo mismo pasa con otros proyectos de infraestructura que permitirían a nuestra sociedad alcanzar su desarrollo óptimo en las diversas actividades productivas, mejorando la economía de los ciudadanos. Recordarán ustedes, por sus padres y abuelos que siempre hablaron de la carretera hacia La Unión; es decir que su construcción es un deseo que lleva muchos años de espera. Y ahora que se está ejecutando, tiene contratiempos y no sabemos cuándo la terminarán. Los pueblos más lejanos, no piensan siquiera en que tendrán carreteras grandes ni pequeñas y en muchos casos las hacen ellos mismos. Eso dice mucho de nuestro país, y de ahí que se pueda entender el rechazo y la falta de respeto a los gobiernos y políticos.
Y si bien en el Perú hay gente respetable en todo nivel, no nos engañemos, también existe la corrupción en el ciudadano común, por ejemplo, en el mercado, te pueden engañar con el peso, te dan un cheque o moneda falsos, etc. Entre los profesionales hay corrupción de acuerdo a la carrera, en las instituciones públicas y privadas también. Para lograr algo, a veces, la gente se ve en la obligación de dar una “propina” (que no es más que una coima pequeña), entre muchas otras, que como bien sabemos, es corrupción y, somos cómplices. En esta pandemia se ha vendido y se vende el oxígeno a costos muy altos; las medicinas subieron de precio haciéndose inaccesibles. Mucha gente honesta y de buen corazón ayudó desinteresadamente más que el gobierno. Otros, por el contrario, se aprovecharon, a costa de la vida de muchas personas. Entonces no solo son los políticos, somos todos como sociedad. Y los sucesivos gobiernos que hemos tenido, son un reflejo de nosotros mismos. Haríamos bien en analizar con calma, nuestra situación y más por las generaciones futuras, que son los que vivirán los aciertos y desaciertos.
Estamos en una de las tantas incertidumbres que nos toca vivir como peruanos, pero hay que ser prácticos también y pensar fríamente en la mejor opción. Quien nos gobierne lo hará en pandemia, hasta el final. Entonces, respetémonos e intentemos vivir cordialmente entre nosotros, sea cual sea nuestro pensamiento.