A los 67 años de los derechos cívicos de la mujer

Teresa Chara de los Rios

Han transcurrido 67 años en que se nos reconoció a las mujeres como ciudadanas, con derecho a elegir y ser elegidas. Debemos recordar la lucha histórica por los derechos de las mujeres que realizaron nuestras antecesoras. Recordar por ejemplo a María Jesús Alvarado Rivera quien fue educadora, periodista, escritora y luchadora social. ​ Es considerada la primera feminista de Perú. Recordemos también a Zoila Aurora Cáceres, Elvira García y García entre muchas.

Ya en 1911 planteó en su conferencia “El Feminismo” la necesidad de otorgar igualdad de derechos civiles y políticos a las mujeres en el Perú, sin embargo, muy poco se habla de ella como referente de liderazgo femenino, incluso en la actualidad hay personas jóvenes que desconocen la historia de lucha y sacrificios de nuestras antecesoras luchadoras sociales y ven como algo muy común tener derechos, dando por sentado que todas nacimos con esos derechos. Pero en verdad, debemos saber la historia de las luchas feministas para comprometernos a seguir siendo la continuidad de esas luchas y propiciar espacios de igualdad en la política, en lo académico y en todos aquellos donde urge la participación de las mujeres.

Hace 67 años, un 07 de septiembre, que por Ley Nº 12391, la “Ley del voto femenino” se nos reconoció como ciudadanas, pero aún hay mucho camino que recorrer, no solo para alcanzar la igualdad real que pasa a ser cansadas y repetitivas frases en las marchas y discursos, sino que conlleve a mejorar las condiciones sociales, económicas, familiares en que viven las mujeres.

Las mujeres somos parte de esta sociedad, de sus problemas y de sus soluciones. El actual contexto político nos plantea una pregunta retórica ¿Estamos las peruanas y peruanos preparados para elegir y aceptar una presidenta mujer?

No es una respuesta fácil, tampoco se trata de dar una simple respuesta afirmativa o una negativa. Hay mucho que analizar.  Una de las barreras que tienen las mujeres para aceptar ser candidatas, es la priorización de su rol de madre por encima de seguir sus deseos y anhelos como ciudadana activista o como candidata. Las tareas del hogar y el cuidado de personas mayores o enfermos dentro del hogar también se convierten en otra limitante.

A eso le añadimos que socialmente es aun censurado que una mujer se tome horas en reuniones fuera de la casa mientras los hijos esperan su llegada. Son muy pocos los hombres que están dispuestos a aceptar que sus esposas salgan a reuniones políticas durante el día y también por las noches ya que generalmente son esas horas donde los varones se reúnen en los partidos políticos después de terminada su jornada laboral. Es especialmente en las noches que se reúnen con más frecuencias en las épocas electorales.

El otro problema que deben enfrentar las mujeres para desarrollar plenamente sus labores partidarias es el acoso político de la que son víctimas, llegando a difamarlas, amedrentarlas para que desistan de sus aspiraciones políticas. Son blanco fácil de las críticas sobre su vida privada y la de sus familiares.  Asimismo, las mujeres lideresas o políticas son sometidas al escrutinio, a la crítica y a requisitos más exigentes. No importa, lo asumimos.

Si en verdad los partidos políticos quisieran promover la participación de las mujeres, debidamente capacitadas, y no solo tratarlas como un número exigido por la ley. Muy bien podrían apoyarlas con el financiamiento de su campaña, brindarle protección personal y seguridad ante probables ataques y agresiones dentro y fuera del partido en tanto dure la campaña electoral hasta el día de las elecciones.

Los partidos políticos son pieza clave para incrementar la participación de las mujeres en los cargos políticos de decisión. Son los partidos políticos los llamados a fijar estrategias para mejorar el equilibrio de género dentro de las organizaciones políticas y con ello incrementar la participación política de las mujeres en los procesos electorales con calidad, no solo con el ánimo de cumplir con la ley de cuotas y alternancia, sino porque deberían estar plenamente convencidos que de incluir a más mujeres y promover su liderazgo, ellas estarán preparadas para escuchar y atender las demandas de otras mujeres, aportar en la solución de sus problemas particulares, reconociendo y valorando los aportes que conlleva su trabajo dentro de los partidos políticos en aras de promover políticas y prácticas con enfoque de género buscando una sociedad más justa e igualitaria. ¿Qué si el Perú está preparado para elegir una mujer Presidenta? La respuesta la tiene usted mismo amigo lector.

     
 

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