El Confíteor del ciudadano elector

Patricia Castillo Uculmana

La oración del Confíteor, en latín, más conocida en el español como “yo confieso” o “yo pecador”, debiera servirnos para asumir nuestra culpa y la responsabilidad que tenemos de nuestras actitudes, con lo que no hacemos y callamos. Este acto de confesión debiera de comenzar, como en la liturgia, por asumir nosotros mismos lo que le pasa al país.

La oración, que todos los católicos bien conocemos, dice: Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión./ Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa./ Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor./Amén.

Es, pues, lo que deberíamos comenzar a hacer todos los ciudadanos votantes. Reconocer ante todos que hemos errado, que no hemos actuado como deberíamos, que hemos sido negligentes y no pensamos en el daño que le hacíamos y hacemos a la patria cuando elegimos mal al gobierno. Y en más, deberíamos reconocer como en la oración: Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa; o mejor dicho deberíamos decir, la ciudadanía entera: Por nuestra culpa, por nuestra culpa, por nuestra gran culpa. Porque el ciudadano peruano, desde hace muchos años, viene haciendo un mal uso de su voto y no reconoce las consecuencias y el peso de su elección. No pide perdón, no hay un mea culpa. No hay conciencia, sí mucha ignorancia y nada de raciocinio.

«El ciudadano peruano, desde hace muchos años, viene haciendo un mal uso de su voto y no reconoce las consecuencias y el peso de su elección. No pide perdón, no hay un mea culpa. No hay conciencia, sí mucha ignorancia y nada de raciocinio».

Lo que ha traído una seguidilla de gobiernos que son uno peor que el otro. Siempre creemos que el último presidente que se va es el peor, pero nos sorprendemos a nosotros mismos, porque si pensábamos que a este último no lo superaba nadie, nos equivocamos, el nuevo lo supera con creces. Un depredador más nocivo que el otro. Nos vacían en Estado y si bien hay un conjunto de hechos que coadyuvan a que la corrupción de afiance, ya sea por los mismos partidos políticos, las argollas que hacen bien su trabajo y se enquistan, etc. Si no toda, en gran medida, el que este tipo de partidos e individuos lleguen al poder, es culpa nuestra, porque nosotros con nuestros votos los pusimos ahí.

Entonces, señores, esta historia es más que repetida e incluso, aburrida. Presidentes, congresistas, alcaldes, gobernadores regionales, etc., son más de lo mismo. En nuestro país ya los hemos visto de todos los colores, ideologías, estratos, niveles intelectuales, analfabetos, lustrabotas, etc.; lo mismo con empresas privadas, servidores públicos, empresarios corruptos, justicia ineficiente y seguro que cada vez será peor. Si bien los partidos políticos tienen la obligación de depurar a sus candidatos, lo cierto es que no se hace y la votación interna es puro cuento. Y una vez hecha la selección, de donde sale la caterva miserable de políticos, lagartos y demás, es aquí donde el ciudadano tiene el poder de vetar al indeseable, ignorar al arribista, etc. Conocemos lo suficiente de ellos, sabemos quiénes son los candidatos y qué han hecho hasta el momento. No hay que ser adivinos para saber lo que harán una vez electos. Al menos en nuestra ciudad. Y a nivel nacional ocurre lo mismo, basta con ver y hurgar su pasado, de dónde vienen, por cuántos partidos pasaron, cómo hicieron su dinero, su capacidad intelectual, sus procesos judiciales, etc.

Hoy más que nunca, no es cuestión de ideologías sin sentido, colores, pensamientos y demás. Todos han decepcionado. Solo hay que analizar sus dichos y ver sus hechos. En este momento de pandemia, donde hay mucho dolor y pesar en el mundo. No permitamos que jueguen con la vida de los peruanos, que nuestro futuro se caiga al abismo y que no tengamos ni un salvavidas. Las malas decisiones en estos tiempos pueden significar la vida o la muerte para muchos peruanos. Si bien es cierto que todo el planeta requiere de vacunas y estas escasean, seguro que pronto estarán disponibles. El Perú necesita del gobierno y de privados para enfrentar a esta pandemia. La vida es más importante que la ideología.

Aunque ya lo dijimos, volvemos a pedir y suplicar incluso, que al menos intenten pensar un poco. No voten por el amigo, conocido, pariente, profesional o iletrado, vecino, empleador, solo porque lo conocemos. En muchos casos sabemos que es un indecente, ladrón, acosador, pero “buena gente” y guapetón; borrachín, pero ameno, “buen pata”. O como votan muchos, “a caballo ganador”, por odios o porque no se comió un chicharrón (prefieren la mentira), etc. Pensemos en el país a futuro y en lo que le hacemos retroceder cuando nos equivocamos gracias a nuestra decisión.

Reconozcamos entonces nuestra culpa, hagamos un examen de conciencia. Hemos contribuido de alguna manera a que se mantenga la corrupción y la mediocridad. Perdemos y retrocedemos de cinco en cinco años en cada elección presidencial, y otros más en las regionales y municipales. Dejemos la actitud borreguil de seguir a la manada sin pensar.

     
 

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