Entre la captura institucional y el modelo económico: reflexiones sobre el artículo del profesor Aldo Reyes

Economista
Como cada jueves, mi exprofesor Aldo Reyes, publicó su artículo titulado «El caso peruano: diagnóstico de un Estado capturado por sus propias instituciones», lo cual me llamó la atención. En este interesante texto, el profesor Reyes basa su análisis en la perspectiva de los laureados con el Nobel de Economía de este año y presenta un cuadro sombrío. Según su argumento, nuestras instituciones económicas y políticas estarían atrapadas en un laberinto de círculos viciosos que benefician a unos pocos. Su análisis se centra en la teoría de estos laureados, quienes sugieren que el problema radica en que nuestras «instituciones extractivistas» empeoran la economía, abogando por la necesidad de «instituciones inclusivas». Además, el profesor Reyes concluye que el Estado peruano está capturado por sus propias instituciones. ¿Será así? Veamos.
EL MARCO LEGAL: EL VERDADERO EJE DEL MODELO ECONÓMICO
El año pasado, el exministro de Economía Waldo Mendoza publicó un libro titulado Constitución y crecimiento económico: Perú 1993-2021, en el que defiende el marco legal que rige nuestro modelo económico, argumentando que la solidez macroeconómica es consecuencia de este marco. Al igual que el profesor Reyes, Mendoza concluye que el problema son las «instituciones extractivistas» y no el modelo en sí. La Constitución Política del 93 (CP93) es, como sabemos, la base sobre la cual se configuran nuestras instituciones.
Los profesores Félix Jiménez, José Oscátegui y Marco Arroyo, en su trabajo titulado Perú 1990-2021: La causa del «milagro» económico: ¿Constitución de 1993 o súperciclo de las materias primas? responden al Dr. Waldo. Ellos argumentan que el crecimiento económico observado desde la implementación de la CP93 se debe al «superciclo» de los precios de las materias primas, un factor externo al modelo. En otras palabras, crecimos no por el modelo, sino a pesar de él.
Así, tanto el Dr. Waldo como el profesor Reyes parecen pasar por alto la CP93, que establece las reglas de juego, limitándose a una crítica de instituciones que se capturan a sí mismas. Sin embargo, más allá de establecer estas reglas, la misma CP93 es la que permite que prácticas como la corrupción y el favoritismo florezcan. Como observó el historiador Alonso Quiroz en su libro Historia de la corrupción en el Perú, el problema no es simplemente la mala gestión pública o un vacío de poder, sino que el sistema, per se, legitima lo ilegítimo.
Por tanto, enfocarnos únicamente en la «captura institucional» no parece ser un análisis completo; deberíamos cuestionar la CP93. Solicitar reformar nuestras instituciones sin examinar la CP93 que las sostiene es como intentar arreglar un coche descompuesto sin revisar lo que realmente lo hace andar.
CORRUPCIÓN ADAPTATIVA: UN CASO NO EXPLICADO
Por otro lado, muchos señalan que la corrupción es un obstáculo para el desarrollo, pues genera deficiencias en los servicios que brinda el Estado. Siguiendo la sabiduría convencional, la corrupción sería perjudicial para la economía. A raíz de ello, el profesor Reyes menciona que el análisis de los laureados «encuentra perfecta resonancia en la crisis de corrupción que se vive en nuestro país». Sin embargo, donde él ve resonancia, yo percibo una disonancia estructural, ya que abordo este problema desde una perspectiva diferente.
La profesora Yuen Yuen Ang, en su libro China’s Gilded Age, ofrece un análisis que es contrario al de los laureados. Ella argumenta que, bajo ciertas circunstancias, la corrupción puede coexistir con el crecimiento económico, lo que denomina «corrupción adaptativa». Sus investigaciones muestran que en el caso de China, la corrupción se integró en su proceso de desarrollo y, de manera inesperada, se redujo en etapas posteriores. Sin embargo, los escándalos políticos se convirtieron en lastres de dicho crecimiento, coexistiendo con la corrupción. Además, al carecer de un marco legal claro, se manifiesta lo que ella llama «la paradoja económica de China». Esto implica que la corrupción se adhirió a su marco legal, permitiendo el crecimiento económico a costa de esta. Ang destaca que «los líderes centrales están dispuestos a tolerar la ineficiencia y el despilfarro siempre y cuando, al final, produzcan campeones». Este fenómeno sugiere que, aunque el crecimiento puede parecer positivo en términos cuantitativos, se basa en una estructura insostenible que podría socavar el bienestar a largo plazo, dado que el despilfarro de recursos y la ineficiencia pueden crear una falsa ilusión de progreso.
Este enfoque no sugiere que la corrupción sea aceptable; más bien, revela lo complicado que es su papel en la economía. En Perú, el marco legal ha sido un terreno donde la corrupción ha prosperado, y no solo un simple problema aislado. Y, por favor, entendamos que la lucha contra la corrupción no puede ser efectiva si no cuestionamos las leyes que la alimentan.
UNAS REFLEXIONES FINALES
A modo de conclusión, los laureados, a los cuales el profesor Reyes parece adherirse, afirman que las instituciones inclusivas son clave para el desarrollo. Sin embargo, aplicar esta solución de manera universal puede ser peligroso, especialmente al observar el modelo económico de China. Ha-Joon Chang, en Retirar la escalera, advierte sobre los riesgos de copiar modelos de otros países sin considerar nuestras particularidades locales. Siguiendo la sabiduría convencional, la corrupción sería perjudicial para la economía; sin embargo, según Yuen Yuen Ang, esto no siempre es el caso.
En Perú, replicar modelos de desarrollo de países avanzados, ignorando nuestras características históricas, es un error. El artículo del profesor Reyes es un buen punto de partida, pero limitarse a la «captura institucional» pasa por alto el marco legal que sustenta nuestra economía. La transformación del país no solo depende de mejorar las instituciones, sino de cuestionar las leyes y el modelo económico que las alimenta. Un cambio verdadero exige una revisión crítica hacia un futuro más inclusivo y justo.