¿Es posible vivir conforme a la verdad y la justicia consiguiente?

«O’Brien le enseñó los dedos de la mano izquierda con el pulgar oculto.
– Aquí hay cinco dedos. ¿Ves cinco dedos?
-Sí.»(1984, George Orwell, 1949)
Esta escena, tanto de la novela como de la película del mismo nombre, se está replicando en el Perú y el mundo de hoy. La mentira como política oficial ha pasado de manipular los hechos a pretender que veamos cinco dedos cuando solo hay cuatro. Así, el presidente de la Junta Nacional de Justicia y sus defensores, pretenden que asumamos que la unanimidad de 7 sus miembros se cumple cuando 6 votan, sólo porque fueron los presentes en una sesión. Sin tomar en cuenta que uno de los miembros no participó por considerar que esa sesión era inconstitucional y tenía vicios en el procedimiento. Cabe precisar que el artículo 213, inciso 5, del Texto Único Ordenado de la Ley de Procedimiento Administrativo General, confirmada por el Tribunal Constitucional, es clara cuándo exige la unanimidad de miembros para declarar la nulidad de oficio de un acto administrativo – como una destitución – que había quedado firme. Este intento de que asumamos que unanimidad de 7 es 6, busca colocar en la Fiscalía de la Nación a una persona funcional a la impunidad de los 82 congresistas con carpetas fiscales abiertas en el Ministerio Público, 35 de ellos ya con denuncias constitucionales por delitos como negociación incompatible, tráfico de influencias, concusión (recorte de sueldos de sus trabajadores), entre otros. Esa fiscal de la Nación que buscan debe también avalar las mentiras sistemáticas y evidentes de Dina Boluarte y sus blindadores, ministros y dirigentes de las bancadas que la sostienen.
En adición, el presidente de la Junta Nacional de Justicia pretende que omitamos leer el primer párrafo del artículo 55 del Reglamento del Pleno de la JNJ, que dice que «todas las resoluciones definitivas del Pleno requerirán la firma de todos los miembros presentes en la deliberación». Y así justificar que su beneficiada sólo haya presentado un documento con su firma en su intentona de tomar por la fuerza la Fiscalía de la Nación.
Pero los vividores de la mentira en Perú no están solos. Donald Trump acaba de mentir a su pueblo y a todo el mundo al declarar que se daría «dos semanas» para decidir si atacaba a Irán e inmediatamente bombardear tres instalaciones nucleares de ese país en base a otra mentira, que Irán estaba a semanas de conseguir bombas atómicas, lo que ha sido descartado tanto por la Agencia Internacional de Energía Atómica como por las propias agencias de inteligencia de Estados Unidos.
Vemos entonces que tanto en ese país como en Perú, los mentirosos y mentirosas con poder buscan que los demás normalicemos sus mentiras y así poder tomar decisiones destructivas de los demás en su propio beneficio, con impunidad.
Ante ellos y sus mentiras tenemos otro poder: el de la verdad. Que, como nos dice el Evangelio (Juan 8,32), nos hará libres. En la novela mencionada al comienzo se dice que, cuando una estructura de poder nos oprime, «la libertad es poder decir que dos más dos son cuatro», es decir, rechazando la normalización de las mentiras. Para asuntos más complejos, se llega a la verdad mediante la escucha y el diálogo de todas las personas involucradas, tanto en el plano internacional como en el nacional. También en lo local e incluso en lo familiar. Esta práctica, además, abre el camino hacia la justicia, cuando nos comprometemos a sostenerla y, en los planos públicos a defender la verdad y practicar la justicia con acciones colectivas.
Los ataques descarados a la verdad comentados están coincidiendo con el inicio del año nuevo andino y amazónico, basado en una verdad astronómica: el punto en el que la Tierra llega más lejos del Sol en su trayectoria elíptica e inicia un nuevo ciclo, en el que vuelve a acercarse a su estrella. Que sea motivo para asumir compromisos de denunciar falsedades (eventualmente a dejar de creer en ellas o transmitirlas) e impulsar acciones que construyan un orden justo en el Perú y en el mundo.