Hacia una minería responsable de la mano con el pueblo

Walter Zumarán

A comienzos de este año, Huánuco y todo el país conocieron la noticia del hallazgo de un importante yacimiento de oro en la provincia de Leoncio Prado. El descubrimiento se dio en una zona donde la empresa minera canadiense Hannan Metals tiene una concesión para trabajar. En los últimos días, se ha conocido que el alcalde provincial de Leoncio Prado ha mostrado su rechazo al avance del proyecto.

Antes que nada, queda claro que este proyecto se ajusta a la ley. Según el artículo 66 de la Constitución, los recursos naturales —como el oro— le pertenecen al Estado que puede entregarlos en concesión a empresas privadas para su exploración y explotación. Y también es cierto que una minería responsable puede traer beneficios, tanto para el país como para las regiones donde se desarrolla.

Hoy en día las grandes empresas, con el objetivo de operar en armonía, se han dado cuenta de que les conviene ir más allá del solo cumplimiento de la ley. Cada vez se habla más de «responsabilidad social», que no es otra cosa que actuar con respeto hacia las comunidades cercanas. Esto significa que la empresa no solo cumpla las normas, sino también escuche a la población, converse con sus autoridades, explique lo que viene haciendo y busque consensos.

En palabras simples: le conviene a la empresa trabajar con la población, así evitando posibilidades de rechazo. A las grandes empresas les conviene acercarse, dar la cara, explicar sus planes y estar dispuestas a dialogar. No se trata de decir que sí a todo lo que se les pida, sino de encontrar un punto medio que beneficie a todas las partes.

En sus declaraciones, el alcalde de Leoncio Prado dijo: «Para nosotros ni siquiera nos comunican. Prácticamente estamos pintados para ellos». Esa frase refleja algo muy común: muchas veces las autoridades locales y la población se sienten ignoradas por las empresas mineras, aunque muchas veces no sea con mala intención. Y aunque la empresa no tenga la culpa de todo, le es conveniente acercarse y construir una relación basada en la cooperación.

No estamos diciendo que la empresa minera tenga que resolver todos los problemas de salud, educación o carreteras. Eso le corresponde al Estado. Pero lo que sí le resulta muy conveniente a la empresa es comunicar, mantener el diálogo abierto, responder a las dudas de la población y explicar los beneficios concretos que traerá su presencia en la zona. Así logrará ganarse la confianza de la gente.

Cada vez más empresas en el Perú se están dando cuenta de que cumplir con la ley no es suficiente. Les conviene, incluso por temas económicos, tener una buena relación con la población. Cuando hay confianza, se trabaja en un entorno armonioso. Y esto es bueno para todos: la empresa, la población, el Estado y el país.

¿Por qué digo que les conviene? Porque cuando una población se siente escuchada, respetada y tomada en cuenta, es más fácil que la empresa pueda operar sin problemas. En cambio, si hay desconfianza, si hay malestar o si se sienten excluidos, lo más probable es que surjan conflictos que dificulten el trabajo y generen pérdidas para todos. Como dice el dicho: «Se cazan más moscas con miel que con hiel».

Por eso, una gran empresa no solo debería centrarse en la rentabilidad de su inversión, sino también en cómo se relaciona con la gente que vive cerca. Escuchar, informar, respetar y trabajar juntos no debe verse como una carga, sino como una oportunidad. Invertir en una buena relación con la comunidad es asegurar que el proyecto tenga éxito en el largo plazo.

Trabajando de la mano podremos construir de mejor forma un futuro donde todos ganen: la población, las autoridades, el medio ambiente, la empresa y el Estado. Todo esto será posible en un ambiente de buena voluntad y entendimiento para trabajar todos juntos.

     
 

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