La “buena reputación” como requisito para “servir” en el Estado

C.P.C. A. Lenin Tadeo Tordecillo

Desde hace casi 21 años que sigo las noticias políticas, específicamente desde el gobierno del expresidente Toledo. Lo que me llama la atención es que en el gobierno del presidente Castillo se da más atención a la “reputación” de los ministros.

Digo reputación dado que los ministros del presidente Castillo cargan en su haber temas como infracciones de tránsito, denuncias familiares, sanciones laborales, publicaciones indebidas en redes sociales, y su vinculación con “grupos terroristas” en el pasado. Ahora, si se consideraría fundamental la reputación para asumir un cargo público o para servir en el Estado, estoy seguro que muchas autoridades actuales estarían cuestionadas, ya que muchos, en los años 80, también eran parte de “grupos terroristas” y también cargan una mala reputación. Solo faltaría que alguien los exponga públicamente para conocerlos.

Dado lo acontecido en el gobierno nacional y ahora que empieza las Elecciones Regionales y Municipales es muy importante reflexionar sobre la reputación para “servir” u ocupar un cargo público.

 ¿ES IMPORTANTE LA REPUTACIÓN PARA ASUMIR UN CARGO PÚBLICO?

Vemos que sí, pero por ahora no es un requisito legal y algún congresista debería trabajar en ello. Este requisito debería ser muy importante y los jóvenes que están deseando ocupar un cargo público en el futuro deben considerar muy seriamente de hacerse de muy buena reputación antes de hacerse de mucho dinero. Porque como dijo Salomón: Es mejor la buena reputación que las muchas riquezas y el buen nombre es más importante que el oro y la plata. [Proverbios 22:1]

Si utilizas a los pobres para conseguir votos para llegar al poder y ocupar un cargo público; y, piensas que para servir a los demás tienes que ocupar un cargo público, entonces lo tuyo no es el servicio»

También pienso que se tendría que considerar como parte de la reputación el rendimiento académico. Lamentablemente la gran mayoría de los altos cargos públicos están ocupados no por los mejores estudiantes de las universidades, sino por los mejores amigos de los políticos, como diría un expresidente de la Corte Superior del Callao. Me atrevo a decir que solo 2 o hasta 3 estudiantes del tercio superior de las universidades llegan a ocupar altos cargos públicos, los demás cargos los ocupan aquellos estudiantes que se dedicaron a hacer política o politiquería en las universidades. Una práctica que ya se normalizó en el Estado.

Pienso que cualquier funcionario público que está siendo cuestionado por su pasado debería renunciar, por la poca dignidad que le queda y por el bien de su familia. Aferrarse a un cargo público con la excusa de servir a la población tampoco es bueno.

Finalmente les dejo una autoevaluación para todo aquél que se aferra o es aspirante a un cargo público con la finalidad de servir a los demás:

Si utilizas a los pobres para conseguir votos para llegar al poder y ocupar un cargo público; y, piensas que para servir a los demás tienes que ocupar un cargo público, entonces lo tuyo no es el servicio.

De Jesús debemos aprender que no se debe utilizar a los pobres para fines personales y que se puede lavar los pies y servir a los demás sin ocupar un cargo público.

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