La triste realidad de la lectura en el Perú

Claudia Hübner Mendieta

La mayoría de peruanos sabemos que la costumbre lectora en nuestro país es extremadamente precaria… no, miento, solo lo saben las personas que leen. Tal vez, a este punto, muchos se pregunten por qué tanta incisión en la importancia del hábito de la lectura y La República ha logrado responder esta cuestión de la mejor manera. Mediante una encuesta probó un hecho increíble: existe una relación directa entre el promedio de libros leídos anualmente y el PBI de diversos países en el mundo. Lideran la lista Francia, Canadá y Estados Unidos, países del primer mundo y, la finalizan Colombia, México y Argentina, vecinos nuestros del tercer mundo.  Desafortundamente, para nuestro país, la lectura es un bien fundamental que no tenemos desarrollado y esto se evidencia en el promedio anual de libros leídos por persona que es de tan solo 3,3 libros por año. Cabe resaltar que esto no es culpa solamente de la casi inexistente cultura de lectura peruana, sino, principalmente, de la falta de incentivo que existe por parte del Estado en fomentar este hábito.

Se tiene la creencia popular de que el cultivo del hábito de la lectura tiene que nacer en casa. Esto en parte es cierto; sin embargo, la pregunta es: ¿Qué pasa si en una familia no existe un interés legítimo por la lectura?, realidad bastante común de múltiples familias peruanas. No tenemos por qué esperar que crezcan hijos que no lean y cuando estos se reproduzcan, lo mismo pase con sus hijos y así, sucesivamente, la cadena continúe por los siglos de los siglos.

El sistema educativo también debería ser un factor determinante para la fomentación de este hábito a través de los cursos de letras. A veces, las personas tratan de desmentir mi argumento y aseveran que si no existiera una cultura de lectura en la educación peruana no existirían jóvenes que intentan escribir, cómo es mi caso. Opinan sin tener en consideración dos factores que determinaron mi proceder:  el primero, es que tengo el privilegio de haber nacido en una familia en la que todos leen y desde pequeña ya tenía a mi alcance decenas de libros para leer y, en segundo lugar, está el soporte que me dio mi colegio, institución que logró que, a día de hoy, leer para mí sea un placer y no una obligación. No obstante, este no es el caso que se acostumbra en la mayoría de familias y, lamentablemente, para las personas que no tienen ni una cosa ni la otra, es prácticamente imposible adquirir esta costumbre.

Cabe señalar que el único organismo con la capacidad de revertir esta situación es el Estado, ya que debería reglamentar la instauración de lectura obligatoria del plan lector dentro del curso de lenguaje y, en adición a esto,  fomentar debates y exposiciones, para lograr así el desarrollo de habilidades blandas y comunicativas, destrezas fundamentales para ser ciudadanos sobresalientes y capaces, con una percepción propia del mundo. Sin embargo, la realidad no se acerca en lo más mínimo a esto.

No existe un apoyo del Estado en este ámbito, en cambio, tenemos un Estado que tiene olvidadas las habilidades comunicativas dentro de la educación peruana. Los cursos de letras son puramente teóricos, con profesores con pensamiento antiguo y obsoleto, sin una pizca de interés inverosímil por la docencia. Vivimos en un país que tiene las bibliotecas olvidadas; esto aplica en las ciudades donde existen bibliotecas, ya que es sabido que 1028 munipicios distritales no cuentan con una. Lo más terrible es que no existe ni un mínimo esfuerzo para realizar un cambio, porque si lo hubiese, al menos existirían campañas para fomentar este hábito por redes sociales o incluso bibliotecas digitales en las que se facilite el acceso a los libros. Como consecuencia de esto, tenemos estudiantes incompletos que tienen la creencia errónea de que no necesitan habilidades comunicativas si van a estudiar carreras que pertenecen a la rama de ciencias; personas que no se preguntan el porqué de las cosas  y prefieren seguir como borregos la verdad absoluta que les impone su familia, sus amigos y su entorno social.

Es refrescante ir al colegio y ver a algunos pocos compañeros leyendo, no son la mayoría, pero demuestra que sí existen jóvenes lectores en el Perú. Lamentablemente, sé que si el porcentaje de lectores en colegios privados es bajo lo es aún más en colegios públicos, entidades donde la educación es precaria. Por mucho que me duela, esta situación es como una bola de nieve que ha estado creciendo a pasos agigantados en los últimos años y urge ser detenida, por el bien de nuestro país y de los jóvenes talentos que, en algún momento, se encargarán de su manejo.

     
 

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