Las ideas parásitas y la psicología confundida

Ps. Richard Borja
Director Instituto Peruano de Psicología Política

Un parásito es un organismo que vive a expensas de otro, aprovechándose de las ventajas que le brinda el organismo que le funciona como hospedador o fuente parasitaria; aunque es un término que proviene de la biología, puede usarse para definir ciertas conductas sociales o incluso psicológicas, actuando a nivel de las ideas, por ejemplo.

De ello trata justamente el libro del psicólogo libanés Gad Saad, «La mente parasitaria. Cómo las ideas infecciosas están matando el sentido común» (Deusto 2022) en la cual con una serie de argumentos y situaciones sacadas de la vida cotidiana y sostenidas en sólidos fundamentos biológicos, afirma que se han generado ciertas ideas patógenas que están destruyendo el concepto de libertad y sentido común mediante una serie de postulados que relativizan el arte hasta el extremo de que algo invisible es tal o que el género puede ser infinito y depender de la construcción social o algo tan dramático y extremo como que algunas mujeres tienen un pene de veintidós centímetros.

Saad es una de esas muchas voces valientes que irrumpen contra el consenso académico y grita verdades que el verticalismo de las tiranías culturales modernas impone; y desde los medios de comunicación, las universidades y la academia riegan la mente de las nuevas generaciones con ideas que rompen con la ciencia natural, la verdad y consiguientemente con la libertad.

Otras voces que han cuestionado con formidables argumentos esta deriva posmodernista han sido Jordan Peterson con su genial libro «12 reglas para vivir», Jonathan Haidt con su libro «La mente de los justos» Victor Lapuente con «El retorno de los chamanes», Pablo Malo con «Los peligros de la moralidad» o José Errasti con «Nadie nace en un cuerpo equivocado» o Douglas Murray con su libro «La masa enfurecida». Sólo para mencionar algunos de los más conocidos.

La mente de las personas es la que finalmente termina presentándolo ante la realidad y situándolo en ella cogiendo una serie de pistas interpretativas que se nutren de ideas y le sirven para entender y comprender la realidad.

Saad sostiene que muchas de las ideas actuales son patógenas y parasitarias, en el sentido de que confunden la posición del ser humano ante la sociedad y ante su particular posición en el mundo. Estas ideas se han alejado del camino racional para convertirse en cascarones emocionales que se sostienen más por su intención que por su rigor lógico o científico.

Saad explica que en esa lucha o pugna vital entre las ideas buenas y las ideas malas (las patógenas) hay una clara delimitación. Así, por un lado tenemos la razón, la ciencia, la lógica, la libertad, el sentido común las cuales han sido invadidas y patologizadas por la corrección política, el relativismo cultural, los movimientos identitarios, los activismos radicales.

De estas ideas nacen la cultura de la cancelación, las políticas de discriminación positiva, las censuras y el reductismo académico, llevando a la sociedad a escenarios en los cuales está penado disentir y contrariar lo políticamente correcto a riesgo de ser descalificados moralmente, aislados socialmente o, incluso, sancionados penalmente sólo por no usar el pronombre elle u ofender a ciertas minorías que desde el tribunal del progresismo han puesto de rodillas la libertad de expresión, el sentido común y la verdad.

Sin embargo, esta invasión de ideas parásitas no ha sido violenta y rápida; estas han ido introduciéndose en la psicología de las personas de manera sutil y progresiva, desestructurando el sistema de valores y desmantelando el sistema de creencias y valores que inicialmente han generado algo que podríamos llamas confusión psicológica, sobre todo en la dimensión cognitiva y moral, para luego ceder terreno al florecimiento de un nuevo sistema de creencias que han renunciado totalmente a la razón, la lógica y la libertad.

Reflexiones valientes como las de Saad, resultan fundamentales en un momento en el cual la sociedad parece ir a la deriva, confundida por las ideas patógenas y donde la verdad y la libertad parecen clamar por auxilio y llamar a más voces valientes que no sucumban al exhibicionismo de una «virtud» igualmente patológica.

     
 

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