Próspero año nuevo y calzones amarillos

Andrés Jara Maylle

PRÓSPERO AÑO NUEVO

Muy pocos se opondrán si digo que este 2024 que se va fue un año decepcionante para Huánuco. Si hacemos sumas y restas más parece que hemos retrocedido en vez de avanzar, como manda la lógica. Por lo demás, un dato irrefutable: Huánuco, durante este año, también sigue ocupando uno de los últimos lugares en pobreza. Es decir, no logramos salir del fango empobrecedor en el que nos revolcamos día a día. Por eso, esperando que vengan tiempos mejores, desearé un próspero año a algunos «amigos» e instituciones que lo necesiten.

Feliz año al gobierno regional y a su presidente. Este año no pudieron gastar ni el dinero que habían programado. En cambio, eso sí, hubo suficiente espectáculo peleándose y amistándose (dependiendo la ruta de los vientos… y de los dineros) con el alcalde provincial y varios alcaldes distritales. Que el próximo 2025 la sensatez (y no pido honradez, porque no se puede pedir peras a los olmos) sea con ustedes.

Feliz año a los diecinueve consejeros regionales. Salvo un par de excepciones, los demás, hasta hoy, han sido auténticas inutilidades y algunos, incluso, se convirtieron penosamente en adulones gratuitos del régimen. Son tantos que, como lo señalé en una nota anterior, estos se estorban entre ellos y nadie sabe qué hacen realmente. Espero que en el nuevo año que se viene, por lo menos cumplan con las tres labores básicas pala los que fueron elegidos: representar (este es un chiste), legislar (otro chiste mayor) y fiscalizar (para morirse de risa)

Feliz año nuevo a los tres congresistas por Huánuco. A cual peor. Mudos, sordos, ciegos, estupidizados, como si bebieran agua con plomo que les atrofió el cerebro. Solo con el apoyo de estos tres innombrables ese congreso (convertido ahora en un burdel) pueden aprobarse leyes tan descabelladas y dañinas para el país. Probablemente la limitación mental a determinada edad ya no tenga cura, por ello es difícil que este trío de «sesudos» legisladores cambien de un año para otro. Creo que lo que se viene con «nuestros» congresistas será peor. Más valdría que se lleven sus miles de soles mensuales de nuestros impuestos, a cambio de que no abran la boca y se mantengan calladitos, o terminarán fregándolo (por no utilizar una palabra más dura) todo, absolutamente todo.

Feliz año nuevo a los asesores FAG del gobierno regional. Buen sueldo, trabajo sosegado, nadie puede fiscalizarlos, pocos periodistas (lamentablemente) que los investigan, sin resultados fehacientes que mostrar. Con esos asesores será muy difícil que el gobernador cumpla con su más cara promesa: la «revolución» agrovial, que a ese paso está a una nadita de convertirse en «robolución».

CALZONES AMARILLOS

Y como necesitamos buena suerte el año que viene, nosotros queremos conjurar nuestra maldición usando el amarillo como el color de la suerte.

Entonces vamos al mercado y solo vemos el color amarillo por doquier. Dicen, no olvidemos, que el color amarillo trae buena suerte y mucha gente toma muy en serio esa muy extendida superstición. Claro, quién no quisiera tener, a estas alturas, un poco de buena suerte.

Adolescentes, jóvenes, adultos, viejos, incluso niños (por decisión de sus padres), compran prendas amarillas para que al filo de la media noche, luego de un buen baño con agua tibia y aromatizada con flores amarillas, se pongan su trusa color patito tierno, llamando, cómo no, a la buena suerte.

Si son mujeres jóvenes, como es obvio, se pondrán unos calzoncitos ceñidos, pequeños, casi como un bikini, una tanga, o acaso, las más atrevidas, como un hilo dental, como se ve a las bellas chicas en las no menos bellas playas de Ipanema, Bahía, o Río (de Janeiro). Todo un espectáculo para los ojos libidinosos y rijosos de los adultos, sobre todo.

Si se trata de mujeres maduras, o adultas, para usar el eufemismo más común, entonces, lo más probable, es que a la medianoche, para recibir el año nuevo, se pongan una trusa completa, que les cubra todo, que les levante los glúteos caídos por efecto de los años, el uso y la gravedad.

Incluso las abuelitas, buscando coincidir con la esquiva buena suerte, se pondrán unos calzones grandes, unas bombachas con elástico, que más parecerá pantalón corto o abrigo de invierno. Pero seguro que será amarillo, porque pese a los años y a los tantos sinsabores de sus vidas, ellas también continúan con la esperanza de la buena suerte.

Y si fuera verdad. Si fuera cierto que ponerse una trusa o un calzón amarillo en año nuevo trae buena suerte, entonces yo quisiera que a la ciudad de Huánuco le pongan un gigantesco calzón lo más amarillo que se pueda. Nuestra ciudad sí que necesita urgentemente algo de buena suerte.

A ver si así espantamos a tanta desgracia. A esa mala racha que nos acecha por los cuatro puntos cardinales. Ojalá que esa antigua superstición, para Huánuco, se haga por fin realidad. Pues lo necesitamos lo más urgente posible.

De no ser así, como decía un viejo lobo, a los enemigos deseámosle buena suerte y a los amigos, muchos éxitos.

Y yo quiero desearles muchos éxitos a todos, absolutamente a todos, el año venidero.

Huánuco, 20 de enero de 2024

 

     
 

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