Vedoco y su casa museo
Cuando llegué estaba rodeado de un grupo de visitantes, entre los que destacaban el historiador Marco Antonio Flores y el difusor turístico César Antezana, explicando la simbología de una gran huanca que tiene y cuida en un área reservada especialmente en un espacio amplio de la casa que ha construido a la entrada de Tomaykichua.
Ahí estaba, pues, don Víctor Domínguez Condezo, Vedoco, revelando que las huancas son expresiones de cosmogonía y religiosidad muy antiguas en todos los Andes y también en otros lugares del planeta.
La gente, conformada sobre todo por amigos, colegas y conocidos a quienes habían invitado expresamente días antes, iba llegando poco a poco. Ya había pasado la media mañana y Vedoco estaba a unos minutos de inaugurar ALLPAWASI: Casa Museo Etnográfico.
La casa museo ALLPAWASI que acaba de inaugurar y poner a disposición de toda la ciudadanía, seguro que es uno de los sueños más antiguos y anhelados de nuestro gran Vedoco. Y es una muestra contundente de que un ciudadano consciente del valor de su cultura, de su lengua, de sus costumbres y además responsable de la pervivencia de los valores históricos de una civilización antiquísima puede hacer mucho más que las indolentes y apáticas autoridades que tenemos y que nos gobiernan cuidando descaradamente sus bolsillos.
El espacio es amplio (calculo una hectárea, más o menos) donde hay mucha sombra que brindan los árboles que ha cuidado Vedoco desde siempre. Pero el museo lo constituye el primer piso de la casa que se construyó en épocas pasadas y que responde estrictamente al nombre que lleva. ALLPAWASI porque está hecha con tierra: adobes, madera y piedras. Nada de cemento ni calaminas ni cosas parecidas, salvo los clavos necesarios para unir estructuras.
Nos consta que Víctor Domínguez Condezo, desde que tuvimos la suerte de conocerlo hace casi cuarenta años, era ya un consumado caminante; un viajero incansable, un peregrino de las montañas y quebradas andinas; un eterno transeúnte de ciudades grandes y pequeñas; de pueblos incrustados en los pliegues andinos y olvidados por muchos, pero que en el pasado tuvieron una gran historia ahora relegada. Si en la cumbre más alta había vestigios de su antigua cultura, allí llegaba él para tomar nota de su existencia. Si bajo un gran farallón de rocas milenarias había escritura y símbolos gráficos de otros tiempos, Vedoco llegaba hasta allí para leerlos y difundirlos. Vedoco iba a conversar con los comuneros, con las pastoras, con los niños y con todos aquellos que estaban dispuestos a contar historias míticas. Y en todos esos muchísimos viajes, Víctor Domínguez supo recolectar recuerdos, muestras de su legado o, simplemente, objetos de significación grande o pequeña.
Por ello, ingresar a la pequeña Casa Museo ALLPAWASI es un hechizo, un acto casi mágico gracias a los muchos objetos que Vedoco ha sabido preservar con obstinación y constancia. Ahí están, expuestos para todos, ceramios de la sierra o de la costa; tejidos que muestran la destreza y habilidad excepcional de nuestros antepasados; libros de antaño y hogaño; revistas que marcaron época trabajadas con el heroico miméografo y el proletario esténcil (tecnología que ya nadie conoce, olvidada y superada en la actualidad); También una colección nada desdeñable de máscaras que se usan en danzas del Perú entero: raywuanas, pallas, chunchos, diablos, etc., y etc. Y pinturas de diversas épocas y autores; muchos lienzos que Vedoco ha adquirido a lo largo de su vasta existencia.
Pero si hay algún icono que Vedoco atesora con vehemencia es sin lugar a dudas la piedra. Vedoco venera a la piedra. La piedra para él es el inicio y el final; es la entrada y la salida; es el nacimiento y también la muerte. Pero es, sobre todo, la razón de la existencia misma. La piedra puede ser un colosal Dios Montaña, con vida propia, Rondoní, por ejemplo; pero al mismo tiempo, la piedra pude ser pequeña e insignificante para los ojos, pero determinante para el corazón y la mente humanas.
Y Vedoco ha recolectado piedras de todos los lugares que ha visitado. Piedras de diversos tamaños, de diversas formas, constituciones y texturas. Piedras de los arenales de Caral, por ejemplo; o cuarzos de las cordilleras; piedras fosilizadas de crustáceos que nos preceden por millones de años; piedras negras y piedras blancas (parafraseando a Vallejo); piedras ásperas y piedras lizas; lajas antiquísimas o cantos rodados. Vedoco reverencia a la piedra, elemento fundamental con el que se inició la vida misma. Cientos de piedras pueden observarse en ALLPAWASI, la casa museo de Vedoco.
Por eso y por tantos aportes más, debemos ser agradecidos con Víctor Domínguez Condezo. Gracias Vedoco por poner ante nuestros ojos los objetos que guardaste para que nosotros y las nuevas generaciones que vengan sepamos que en tu casa museo podemos reencontrarnos con nuestro pasado, para perfilar nuestro futuro. Hago, entonces, una cordial invitación, primero a todos los huanuqueños y, por supuesto, a también a todas personas sensibles para que visiten ALLPAWASI: Casa Museo Etnográfico para que vean la vida de una manera diferente.
Gracias maestro Vedoco, por tanto…
Huánuco, 3 de noviembre de 2024.