El plan Nicanor

En el segundo día de la lectura de la resolución del juez Richard Concepción sobre el pedido de prisión preventiva en el sonado caso Los Waykis en la Sombra, el hermano de la presidenta Dina Bluarte, Nicanor, pasó a la condición de no habido. Y tras ordenarse su prisión preventiva —como lo ha pedido la Fiscalía que lo acusa de ser el cabecilla de una supuesta organización criminal que operó para la designación de prefectos y subprefectos a cambio de que apoyasen a la mandataria y a la organización de un partido político— ha pasado a la clandestinidad.

La prematura fuga de don Nicanor no parece ser un hecho aislado, ni el arrebato de alguien desesperado porque se ve ya en la cárcel, sino más bien la ejecución de un plan para evadir la acción de la justicia con el apoyo del Gobierno, como lo ha hecho hasta ahora Vladimir Cerrón, el líder de Perú Libre.

En efecto, la administración de Boluarte no ha podido en más de un año capturar al sentenciado Cerrón, cuyo partido cogobierna el Congreso de la República, el mismo que le da sostenibilidad a la mandataria de apenas 3 % de aprobación ciudadana.

Si el Gobierno protege al socio político de Dina, con mayor razón será a su hermano. Esa parece ser la lógica que explica la conducta de Nicanor Boluarte. Claro está que en la cladestinidad esperará que  el fujicerronismo y sus satélites consigan doblegar con leyes espurias el actuar constitucional de los jueces y lograr así la impunidad que anhelan.

     
 

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