No por mucho hablar

La presidenta de la república, Dina Boluarte, se ha tomado un poco más de tres horas para dirigirse a la nación en un mensaje ante el Congreso de la República que más que esperanza y reconciliación —que ha pedido— ha generado críticas, desazón y desesperanza.

No por mucho hablar, se consigue conectar con el auditorio. Las disculpas que ha pedido por las muertes en las protestas que se produjeron al inicio de su mandato han sonado tardías y carentes de sinceridad. Tal vez porque ella misma ha calificado de violentistas a quienes marchaban pidiendo que renuncie a la Presidencia y porque ha sido reiterativa en sus críticas a esas manifestaciones populares. Incluso en su discurso por 28 de julio.

La mandataria no parece entender que su continuidad en Palacio de Gobierno genera esa crisis política que ofrece solucionar con diálogo, pero del que culpa al gobierno de Pedro Castillo del que ella formó parte como vicepresidenta y como ministra de Desarrollo e Inclusión Social. Ese detalle que ella obvia, hace que su discurso suene a falsedad a los oídos de la gran mayoría de peruanos.

Y la enumeración de obras y actividades hechas y por hacer tampoco han tenido el impacto que ella esperaba, pues no es la primera vez que en un mensaje a la nación se hacen esos anuncios que luego no se cumplen.

Queda claro entonces que no por mucho hablar, la presidenta logró mejorar su deteriorada imagen ante el pueblo peruano.

     
 

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