Primera traición

Pedro Castillo parece estar empeñado en sabotear su gobierno con decisiones torpes y anuncios que solo le generan distracciones y gastos inútiles, cuando sus energías deberían estar centradas en atender los graves problemas que aquejan en este momento a nuestra nación: la pandemia y la crisis económica.

Conforme van pasando los días se va sintiendo la perniciosa presencia de Vladimir Cerrón en el gobierno de Castillo. Y la razón por la que este último no quiere despachar en Palacio de Gobierno no tendría que ver con romper algún simbolismo colonial, sino con facilitar la presencia de Cerrón en su administración.

Castillo busca en realidad un lugar con menos vigilancia militar y policial para despachar y Cerrón pueda ingresar sin mayores obstáculos.

Pero ese gusto o capricho de cambiar de sede del despacho presidencial tendrá un costo innecesario: mudanza y habilitación de nuevas oficinas, que no se condice con quien dice estar preocupado por las grandes mayorías, por las poblaciones excluidas. Cada centavo que se despilfarra en caprichos, es menos oportunidad para los más pobres.

Castillo traiciona al pueblo que dice representar cuando asume esas posturas autoritarias, cuando la vanidad del poder le nubla la razón y cree que puede pasar por encima de las normas, y cuando se somete a los caprichos de Cerrón.

 

     
 

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