Historia y tradición: “Los Negritos de Huánuco”

Josué Canchari de la Cruz
Docente Fac. de Ciencias Contables y Financieras – Unheval

Desde el 24 de diciembre hasta el 19 de enero, las calles de Huánuco se llenan de una vibrante tradición: la danza de «Los Negritos de Huánuco», una expresión cultural venerada y reconocida como Patrimonio Cultural de la Nación. Este festivo despliegue de coloridos trajes se extiende más allá de la Navidad y culmina con la bajada de reyes, cuando las distintas cofradías de Negritos inician sus procesiones, rindiendo homenaje al Niño Jesús.

La melodiosa danza de los Negritos, acompañada por trajes llamativos, fervor y pasos contagiantes, atrae a la población de manera instantánea. La armonía de la música se convierte en un imán, invitando a cualquiera que la escuche a sumarse al ritmo. Es un espectáculo que ha resistido incluso los desafíos de la pandemia, deteniéndose solo durante dos años.

La representatividad de esta danza en Huánuco es insuperable. Cada año los negritos salen a las calles exhibiendo sus coloridos diseños, con detalles que van desde bordados hasta plumas. La presencia de estos danzantes, acompañados por el sonido del bombo, atrae a multitudes, sin importar las condiciones climáticas. Desde mi infancia, he seguido de cerca esta tradición, marcada por el fascinante desfile de trajes y la inconfundible melodía que une a las personas.

Esta danza, que se extiende por todo el departamento de Huánuco, incluso llega a la selva y es practicada por los residentes huanuqueños en Lima. Los meses previos al evento están llenos de ensayos por parte de las diversas cofradías, quienes, con fervor y recursos propios, llevan a cabo esta expresión cultural anual, transmitiendo el legado y la devoción al Niño Jesús.

ORIGEN DE LA DANZA

La esencia de «Los Negritos de Huánuco» se remonta a la época colonial, cuando esclavos de origen africano llegaron a las haciendas del Valle del Pillco, en Huánuco, para desempeñar labores agrícolas. Este evento anual busca resaltar y difundir esta manifestación artística arraigada en la historia del lugar.

La danza tiene sus raíces en Andabamba, una de las haciendas coloniales más destacadas. Representa la celebración de los negros esclavos durante un día de libertad otorgado por los dueños de las haciendas en la época navideña, dedicado a la adoración al Niño Jesús.

PERSONAJES

En el desarrollo de esta danza, dos personajes muy importantes son el «turco» y la «dama». Cada día, lucen trajes diferentes que no solo muestran su riqueza, sino también su deseo de llamar la atención. Detrás de ellos está el «abanderado», que lleva las banderas de Perú y Argentina, y a veces la de España. Este personaje enmascarado representa a un joven español.

Dentro de la danza, los «corochanos» son un grupo fundamental. Su función principal es asegurar que todo se desarrolle ordenadamente, al mismo tiempo que buscan divertir al público. Aunque en ocasiones pueden comportarse de manera un tanto insolente, la percepción general es que representan a una nobleza con un toque de autoritarismo. Parte esencial de su participación en la danza incluye el uso de una matraca y un látigo, elementos que añaden un toque distintivo a su actuación.

LA DESPEDIDA

La despedida, el momento más esperado, culmina con los danzantes quitándose uno a uno sus trajes y máscaras, abrazándose y despidiéndose hasta el próximo año. Además, la generosa hospitalidad de los mayordomos destaca con ofrecimientos de desayunos, almuerzos y cenas, donde el locro se convierte en una tradición gastronómica inolvidable.

El «ayhuallá» representa un momento clave que marca el trascendental cambio de mayordomo, constituyendo un acto de gran importancia en la continuidad y organización de este evento tradicional.

En definitiva, la danza de «Los Negritos de Huánuco» va más allá de ser una expresión artística; es un vínculo con la historia, la devoción y la unidad de una comunidad que, año tras año, enciende las calles con la magia de su tradición.

     
 

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