Romper la mano

¿Tú qué hubieras hecho? Yo contesté el celular y, al escuchar su voz, dejé que hablara: «Hermano, me detuvo la policía. Ven, por favor, estoy en la esquina de Junín y Huallayco». No se notaba mareado ni desesperado, pero, como lo conozco, sabía que se trataba de un pedido urgente. Así que agarré las llaves de la casa, metí todos los billetes que encontré al bolsillo y salí en completo silencio para no despertar a mi mujer.

Reflexiones posteriores

Las sombras se apoderan de la pequeña sala. Sigo recostado en el asiento, al lado de la mujer con la niña en brazos y el joven con apariencia de deportista. Tal vez mi peor error fue compartir el artículo en redes sociales, pienso. Entonces, hubo reacciones favorables, por lo que me sentí en uso de la razón. Pero luego sobrevino una diatriba de críticas que me hicieron cuestionar mi postura.

Reveces magisteriales

Estás en el escritorio ubicado en una esquina del aula, cuando un alumno levanta el brazo y pide que te acerques a su sitio. Te pones de pie y sientes un corrientazo que te recorre el muslo y se concentra en la rodilla izquierda. Tambaleas; te apoyas con una mano en el escritorio. Los alumnos que están sentados en las primeras filas levantan la cabeza y te miran con curiosidad.