La ruta de Tazo Grande
El clima no había sido inmisericorde con nosotros aquel día. El viento a esa hora mitigaba el bochorno natural de la selva; el cielo limpio y los árboles que se mecían de un lugar a otro daban la impresión de que aún estabamos soñando. Los directivos y la comitiva, encabezada por la profesora Yoissi, quien gentilmente nos había invitado hace algunos meses, salió a recibirnos; en el colegio, los animosos estudiantes habían formado un callejón para recibirnos entre aplausos espontáneos que ya quisieran, sin importar el precio, recibir algunos de los políticos de este país.