Los Rolex en la Tele

Germán Vargas Farías

Hace años que no veía los programas dominicales de la televisión peruana, y el último domingo de marzo me dispuse a hacerlo pues estaba interesado en conocer nueva información o análisis respecto a la investigación que realiza el Ministerio Público por el presunto delito de enriquecimiento ilícito y omisión de funciones en contra de Dina Boluarte por el denominado caso Rolex.

La curiosidad, confieso, se había avivado por la forma cómo representantes del Ministerio Público y agentes policiales de la División de Investigación de delitos de Alta Complejidad (Diviac) allanaron la vivienda de la presidenta la noche del viernes 29 de marzo.

Mucho se ha comentado sobre el ingreso a la casa tras proceder a romper la cerradura de la puerta, orden que se produjo en el marco de una diligencia autorizada judicialmente. Sin atender a lo principal que es explicar el origen de los relojes, informando cómo los adquirió si acaso son suyos, la presidenta Boluarte ha optado por desmerecer la actuación policial y fiscal calificándola como «abusiva» y «desproporcionada», añadiendo el presidente del consejo de ministros, Gustavo Adrianzén, que también es «inconstitucional».

No es raro que los políticos y otros dirigentes de nuestro país digan sandeces, lo que sorprende es que, por conservar un rato más el poder, no tengan reparo en exhibir su deshonor, aunque eso implique avalar y ser cómplices de un crimen.

Las entrevistas a Gustavo Adrianzén y al, hasta ese domingo, ministro del Interior, Víctor Torres, pudieron haber hecho llorar, como dice la canción, «de pica, de rabia y pena» a mucha gente que vio los programas. A mí me provocaron indignación, y un poco de vergüenza ajena.

No es raro que los políticos y otros dirigentes de nuestro país digan sandeces, lo que sorprende es que, por conservar un rato más el poder, no tengan reparo en exhibir su deshonor»

Hay que ser bien cretino para ir a una entrevista sobre un asunto relevante, y suponer que van a escuchar impávidamente lo que se le antoje decir, aunque no conteste lo que se le pregunte. Adrianzén en la entrevista con Mónica Delta demostró que –como diría mi madre- ni siquiera sabe conversar. Autoridades desprolijas e inescrupulosas como él, la señora Boluarte y la mayoría de congresistas, son las que dañan considerablemente la imagen del país, y no aquellas otras que cumplen con su función y no aceptan que se les tome el pelo.

Ya lo había dicho públicamente Dina Boluarte,  Víctor Torres Falcón no es un «pico de oro», pero en la entrevista de Carla Mushi, en «Panorama», también evidenció su escasez de ideas. Durante los 130 días como ministro del Interior su mayor preocupación fue defender la «investidura presidencial», aunque probablemente ni siquiera sepa lo que tal cosa significa.

Lo que si se sabía es que estaba «pedido», y antes de la concurrencia al Congreso que se producirá hoy para la investidura del presidente del Consejo de Ministros, Gustavo Adrianzén, había que sacrificarlo.

Torres, que se felicitó a sí mismo por el trabajo realizado, podrá volver a dedicarse a la lectura, el deporte, a trabajar en seguros y dictar charlas de seguridad, actividades que, dijo, hacía antes de pasar por el ministerio. En medio de tanta inseguridad, de una cosa puede estar seguro, nadie le extrañará. Ni siquiera Boluarte.

Después de lo acontecido en estos días lo que corresponde es que la presidenta y sus aliados tomen las cosas en serio. En el Congreso podrán seguir haciendo la finta, en la Fiscalía no les queda margen para ello.

Dina Boluarte tiene que mostrar los Rolex, y ya el fiscal de la Nación, Juan Carlos Villena, anunció que se le investigará también por la pulsera Cartier. Se estima que el valor de sus joyas es más de medio millón de dólares, y eso significa que debe dar explicaciones, y no seguir obstruyendo la justicia.

Los programas políticos dominicales habían dejado de enfocarse en la investigación y el análisis político. Hoy existen otros, incluso cotidianos, y parecen haber recuperado su sentido. Su contribución y relevancia puede ser clave para la democracia, y de hecho hemos conocido el escándalo de los Rolex gracias al compromiso de algunos de estos programas y periodistas.

En tiempos de pasividad en las calles, el estruendo en los medios da esperanza.

     
 

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