La muerte de Mario

Mario Vargas Llosa, el peruano que ganó el Premio Nobel de Literatura en el 2010, ha dejado de existir en Lima a los 89 años de edad y su muere le duele al mundo entero.

Sus exequias serán en estricto privado entre familiares y amigos cercanos. No habrá con su cadáver aquél espectáculo que el autor de «La tía Julia y el escribidor» reprochaba.

Y tal como ha sido su voluntad en vida, su cuerpo será incinerado. Así no habrá otro lugar dónde encontrar a Mario Vargas Llosa que no sea en las páginas de sus novelas, ensayos y artículos periodísticos.

Y sus lectores y el resto del mundo deberíamos respetar su voluntad de recordarlo siempre como escritor, que fue a lo que dedicó su vida, su esfuerzo.

De su faceta como político, dijo no haberse sentido nunca cómodo en ella. También dijo que pudo haberse equivocado, pero nunca por intereses subalternos.

Pero, es imposible escribir la historia política del Perú sin incluir a Mario Vargas Llosa, encabezando la lucha en contra de la pretensión del gobierno aprista de privatizar la banca y luego de hacer una campaña política hacia la Presidencia de la República hablándole con la verdad al electorado. Aún cuando el electorado no lo haya llevado a la Presidencia, esa forma decente de hacer política está ahí presente en nuestra historia asociada a su nombre. Descanse en paz «monstruo sagrado de la literatura latinoamericana».

 

     
 

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